Una simple observación puede llevar a una obsesión. Una obsesión que pretende cambiar el mundo, como la del español David Yáñez, quien se obsesionó en 2002 al ver por primera vez las oscilaciones (y posterior desplome) del puente de Tacoma Narrows (1940) en Estados Unidos: la carretera se retuerce como un acordeón por los vientos que la cruzan, mientras un automóvil queda atrapado en la mitad, sacudiéndose en el puente.
Mientras todos vimos destrucción y una lección muy clara sobre evitar errores estructurales al enfrentarse a los vórtices de von Kármán, Yáñez comprendió que esa oscilación -espanto de arquitectos e ingenieros- puede absorber energía. Y esa energía acumulada puede desatar una verdadera revolución en la actual producción de energía eólica.
Esa obsesión tiene un nombre: Vortex, el primer molino de viento sin aspas del mundo, y actualmente está en búsqueda de financiamiento público vía Indiegogo para lanzar un piloto comercial en la India.
Conoce el proyecto después del salto.