Ya todos sabemos lo que Banksy, grafitero, activísta político y crítico piensa sobre el “One World Trade Center”. En la columna que escribió para el New York Times, declaró que el edificio era un “shyscraper” (rascacielos tímido), aludiendo a su condición esquiva y vergonzosa. A pesar de que esta columna no fue publicada, la opinión de Banksy ha circulado de todas formas, provocando la molestia entre los habitantes de Nueva York. Aún más, las declaraciones, están publicadas en la página del artista, donde, irónicamente, aparece como si fuese una portada de un Diario.
En el artículo, Banksy escribe; “[El edificio] te recuerda a un niño alto que incómodamente debe bajar sus hombros para no resaltar sobre el resto. Es la primera vez que me toca ver un Shy-skyscraper”. De todas formas, estas declaraciones no impidieron que el Council on Tall Buildings and Urban Habitat (CBTUH) lo galardonara como el Edificio más alto de este Estado de América. ¡Genial!
Pero, -¿A quién le importa? En la Ciudad de Nueva York suceden muchas otras cosas urbanas lo que hace que el problema de los Edificios en Altura, ya no tenga la misma relevancia que antes, o francamente sea inútil. Hoy, intervenciones infraestructurales de tipo horizontal, como el New York High Line, por ejemplo, son mucho más significativas. Frente a un complejo escenario urbanístico y desarrollo desigual, los edificios en altura se presentan como la salida fácil, mientras que el problema realmente se encuentra hoy a nivel de suelo, donde el derecho al aire, el acceso a la luz natural, a la vistas y al horizonte, se tornan cada vez más escasos.
Aún así, diversas ciudades alrededor del Mundo continúan presentando las torres como íconos de poder político y económico.