Los habitantes de la pequeña ciudad noruega de Rjukan finalmente han visto la luz. Ubicada en el medio montañas escarpadas, la ciudad se cubre de sombra durante seis meses al año; es por eso que sus residentes tienen que subir en un teleférico hasta la cima de un monte cercano para tomar un poco de vitamina D.
Pero la semana pasada los débiles rayos del sol de invierno llegaron por primera vez a la plaza del mercado de la ciudad, gracias a tres espejos gigantes -helióstatos- dispuestos en la montaña. El proyecto fue impulsado por la propia comunidad.
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