En un recorrido por el trazado de Buenos Aires, se distribuyen por la ciudad alrededor de 500 pasajes. Independientemente del barrio en que se encuentren, representan postales de una arquitectura urbana contemporánea con un tinte de improvisación. Sin embargo, son el testimonio de aquella organización de Buenos Aires que aspiraba a una regularidad de damero.
En varias ocasiones, resulta complejo determinar la diferencia entre el pasaje, la cortada y la calle sin salida, pero todos forman parte del espacio urbano, aquel lugar de intercambio, de encuentro, de signos, símbolos y palabras donde se vive, se juega y se aprende a la vez.