En los últimos 20 años, las películas de Pixar han atraído a grandes audiencias de todo el mundo. En las ventas mundiales de taquilla su primera película, Toy Story (1995) recaudó $362 millones, seguida de A Bug's Life (1998) $363 millones, Toy Story 2 (1999) $485 millones, Monsters, Inc. (2001) $525 millones y Buscando a Nemo (2003) $865 millones. [1] Sumando alquileres y compras de películas, además del tv cable, parques temáticos y productos de consumo; la influencia de Pixar sobre generaciones de niños y sus padres de todo el mundo ha sido enorme. En términos de impacto global, ningún educador, ningún autor, ni arquitecto siquiera se acercan a este nivel de impacto.
Mientras que el papel pionero de Pixar en el mundo del cine, la narración de cuentos y representación digital ya está bien documentado, sus vínculos con la arquitectura aún no se han explorado a fondo. Uno de los talentos más grandes de Pixar y a menudo pasado por alto, es su capacidad de crear mundos arquitectónicamente convincentes ya sean adyacentes o dentro del mundo humano que habitamos. Los mundos de Pixar podrían convertirse en una nueva herramienta para fomentar el pensamiento crítico acerca de nuestro entorno.