No podíamos creerlo. Lo leímos varias veces para asegurarnos de haber leído bien y aún nos sigue asombrando lo que estamos por describirles. En la última entrega de The New Yorker: "The Architect Who Became a Diamond", se relata la historia sobre cómo Luis Barragán se convirtió en diamante y fue ofrecido a Federica Zanco, directora de Barragan Foundation, como un intercambio para dar acceso libre al archivo de la obra del único Premio Pritzker mexicano que se encuentra en Basilea, Suiza. Una verdad que ha sido oficialmente revelada al público.
A través de la narración de Alice Gregory sobre la serie de eventos que culminan en la entrega del preciado objeto en el Campus Vitra, nos introducimos en detalles que desconocíamos de Luis Barragán y de cómo ha llegado su legado a una ciudad europea. La nota inicia con la travesía que realiza la protagonista del relato, la artista estadounidense Jill Magid, a Guadalajara para exhumar los restos de Luis Barragán que se encontraban en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Un acto que realizó ante autoridades que pueden oficiar este caso y con la autorización por parte de la familia Barragán.