En 1954, la conformación del Distrito Especial de Bogotá (Colombia) oficializó la integración de las 20 localidades, como resultado de dos diferentes maneras de hacer ciudad. La complejidad de la capital colombiana no sólo cuenta con un modelo planificado y ordenado, sino que en su mayoría está conformada por una ciudad popular, una ciudad que surgió de manera espontánea y produjo un tejido urbano deficitario, contribuyendo notoriamente en su expansión y en su diversidad tipológica.
Para Lizeth León, escritora e ilustradora de Fachadas Bogotanas, encontrar un mínimo de referentes de lo que para ella, y para muchos habitantes representa realmente Bogotá, se convirtió en el punto de partida para el reconocimiento de su ciudad natal y de ella misma. Las exploraciones dentro de su geografía personal, como así la llama, partieron de la historia de sus padres y el ambiente doméstico netamente “cachaco” en el que creció, ampliando su visión sobre las realidades de la Bogotá que desconocía.
Durante cuatro meses estableció una línea de trabajo para perfeccionar su técnica de dibujo. Afición por la que siempre tuvo una especial cercanía y que gracias a un viaje que realizó hace 3 años atrás, logró afianzar su inclinación por el dibujo arquitectónico. El reto consistió en recorrer las 20 localidades y tres municipios aledaños (Soacha, Chía y La Calera). Mediante el ejercicio diario de pintar una fachada fue capturando, desde una mirada local, la estética de las casas de corte doméstico producto de la autogestión y autoconstrucción.