Ir más allá de la escala humana no es una novedad. Durante siglos, constructores, ingenieros y arquitectos han estado creando edificios monumentales para marcar la espiritualidad o el poder político. Los palacios, los edificios gubernamentales o los templos más grandes que la vida siempre han atraído la admiración y la reverencia de la gente, alimentando la obsesión aún no completamente comprensible con las construcciones a gran escala.
Hoy en día, algunas de las estructuras más grandes e impresionantes se relacionan menos con funciones religiosas o gubernamentales y parecen orientarse hacia programas más culturales. Sin embargo, lo más importante es que las grandiosas obras de hoy son, en general y abiertamente, una imitación de la naturaleza.