Si definimos "deconstructivismo" (aunque no es una palabra verificada en el diccionario), se traduce literalmente en la destrucción o demolición de una estructura construida, ya sea por razones estructurales o simplemente por un acto de rebelión. Quizás es por esta razón que muchos malinterpretan el movimiento deconstructivista.
El deconstructivismo no es, de hecho, un nuevo estilo arquitectónico, ni es un movimiento de vanguardia contra la arquitectura o la sociedad. No sigue "reglas" ni adquiere una estética específica, ni es una rebelión contra un dilema social. Es la liberación de infinitas posibilidades de jugar con formas y volúmenes.