El proyecto desarrollado por Ingrid Morales Castro en Curepto, Chile, nace a partir de la observación de la materia en el paisaje, como un elemento aparece en el territorio, que se posiciona sobre él y que tiene estrecha relación con alguna actividad productiva propia del lugar. El análisis se centra en los elementos de madera apilados -predominantes en una región forestal-, pero no como objetos aislados en sí mismos, si no como materia con ciertas cualidades espaciales que provienen de un oficio, de una manera de hacer las cosas. A partir de estos apilamientos aparece la estabilidad, como concepto fundamental, además de otras cualidades que hacen aparecer la materia en su forma y en su figura: Interiores, Exteriores, Perímetros, Tamaños, Lejanías, Cercanías, Claros, Oscuros y Profundidades.
A través de esta estabilidad, la materia se constituye en orden, táctica, estética y tectónica, configurando dimensiones de expresión y de belleza en el paisaje. Un orden espacial que va más allá de un objeto en un plano, un orden variable que hace cualificable ese paisaje y que hace aparecer una condición “habitable” como argumento para la generación de un nuevo espacio público.