Mientras que la vida útil de un edificio promedio es de unos 50 a 100 años, un techo suele durar entre 15 y 30.
¿Por qué esta notoria diferencia?
Al mantenerse en contacto directo con rayos de sol, humedad, lluvia, temperaturas fluctuantes y viento, las cubiertas y azoteas son el área más crítica y expuesta de un edificio. Por lo tanto, sin un mantenimiento y cuidado adecuado, surge el riesgo de generar daños que reducen drásticamente su vida útil.