Por Giulia Tomaselli.
Este proyecto que empeñó a su autor durante diez años refleja en su simplicidad la resolución de la extrema complejidad del tema al que se enfrenta: hacer una tumba para una persona amada. Lo que Benitez quería, cumpliendo el pedido de su padre, era evitar de hacer una tumba convencional, de recordarlo en un lugar triste y lleno de angustia; sabía que lo que quería era realizar un lugar íntimo en que podría encontrarse con él serenamente. Finalmente entendió que los espejos y el juego de la reflexión infinita constituían la clave del proyecto.