El género es una capa innegable de desigualdad en las ciudades, que marca de manera distinta y efectiva la experiencia y la vida cotidiana de hombres y mujeres en los entornos urbanos. El alumbrado público es crucial para garantizar espacios más inclusivos e igualitarios, y muchas veces no se planifica desde una perspectiva de género.
Los espacios públicos mal iluminados refuerzan la sensación de miedo en estos entornos y deben ser repensados para promover ciudades más seguras, especialmente para las mujeres. Con más de la mitad de la población mundial viviendo en áreas urbanas –un escenario que se espera que aumente– ¿cómo podemos hacer que los espacios públicos sean más seguros y cómodos para que todos puedan disfrutarlos y acceder a ellos por completo?