Durante los últimos tres siglos, los museos, como tipología de arquitectura, han pasado de ser un nodo importante en la ciudad a erigirse como icono en donde una cultura se identifica, transformarse en un hito a escala ciudadana e internacional.
Destacamos este mes el Museo Nacional de Estonia, el cual propone una estrategia no solo de reunión y exposición, sino también de reconocimiento cultural, histórico y territorial. Emplazándose como una prolongación de las ruinas de un antiguo campo aeronáutico usado por la ocupación soviética, este proyecto contrasta su contexto histórico con un nuevo edificio que se eleva como proyección hacia una nueva realidad y futuro nacional.