La arquitectura, una vez que salió de sus cavernosos inicios, comenzó siendo en gran medida nómada. Durante mucho tiempo, se utilizó la sombra de los árboles y las tiendas móviles hechas de pieles de animales en lugar de viviendas más permanentes para satisfacer los estilos de vida nómadas y las necesidades básicas de supervivencia. Estas primeras estructuras portátiles estaban sostenidas principalmente por marcos de madera y fueron utilizadas por varias civilizaciones antiguas, incluidos los beduinos de la Península Arábiga y las tribus nativas americanas de América del Norte. La llegada de las telas tejidas hace unos 40.000 años hizo que las viviendas fueran aún más ligeras y fáciles de transportar, una bendición para las culturas nómadas de todo el mundo.
Aunque las carpas continuaron siendo populares desde entonces en contextos recreativos y como elemento básico de la forma arquitectónica, la arquitectura contemporánea ha redescubierto el principio de la tela drapeada y ha llevado su desarrollo más allá, no sólo para estructuras temporales, sino también para edificios e instalaciones permanentes. Los materiales avanzados y duraderos han convertido las telas en una alternativa para fachadas y techos que ha generado un sector altamente especializado dentro de la industria de la construcción y ha creado algunos de los exteriores más intrigantes del mundo.