Después de analizar funcional y espacialmente el cementerio de Pencahue -ubicado a 30 minutos de Talca-, la arquitecta Carolina Guerra identificó una red subterránea que llevaba el agua desde una gran copa elevada a diferentes puntos de distribución, para el uso de sus visitantes. Este sistema, que no funcionaba correctamente, fue el punto de partida para generar un nuevo hito visible desde la toda la ciudad, reutilizando materiales locales y mejorando el espacio habitable en el interior del cementerio.
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