A principios de la década de 1920, época en la que las mujeres ni siquiera podían trabajar sin la autorización de su marido, Carmen Portinho se matriculó en ingeniería en la Escuela Politécnica de la Universidad de Brasil. A la vanguardia de la profesión, como una de las primeras tres mujeres en graduarse como ingeniera en Brasil, abrió el campo en un espacio de dominio que era completamente masculino.