En todo el mundo, las ciudades desarrolladas se están rebelando contra la industria pesada. Si bien algunas razones varían dependiendo de las circunstancias locales, un impulso global común hacia la energía limpia y el cambio de las economías desarrolladas hacia los servicios financieros, la automatización y la economía del trabajo, está dejando un rastro común dentro de los centros urbanos. Desde Beijing hasta Detroit, vastos terrenos baldíos de acero y concreto se mantendrán como reliquias vacías a la edad del acero y el carbón.
La pregunta de qué hacer con estos terrenos baldíos, con hornos, ferrocarriles, chimeneas y lagos obsoletos, puede ser una de las principales cuestiones urbanas que enfrentan las próximas generaciones de arquitectos. ¿Qué se puede hacer cuando la impracticabilidad de los complejos industriales, y la valiosa tierra que ocupan innecesariamente, choca con la energía, los recuerdos y las historias encarnadas que pocos desearían perder?