Enfrentar el paso del tiempo constituye uno de los desafíos constantes de la arquitectura. La naturaleza efímera de la humanidad a menudo nos impulsa a buscar la construcción de estructuras capaces de resistir no solo el paso de los años, sino también de agentes externos, como el clima, el desgaste operativo e incluso la misma interacción con los seres humanos. Ya sea mediante monumentos imponentes, edificios contemporáneos icónicos o la utilización de materiales sumamente resistentes, nuestra visión y legado arquitectónico pueden ser preservados.
El acero inoxidable ejemplifica de manera destacada la resistencia al paso del tiempo y a los factores que lo rodean. Su durabilidad lo ha hecho popular en varias aplicaciones, desde fachadas hasta mobiliario de cafetería y mamparas de baño. En el caso de estas últimas, son ampliamente utilizadas en baños públicos de aeropuertos, escuelas y clubes sociales; tipologías que están sometidas a un alto tráfico y que requieren el uso del acero inoxidable combinado con acabados que proporcionen protección reforzada y anticorrosiva, como el acabado antigrafiti, desarrollado por Sanilock. Esto se traduce en mamparas más duraderas y resistentes.