Hay obras que emplazan los grandes egos de quienes practican esta profesión, y hay arquitecturas que proponen lo contrario. Prácticas cuyas obras armonizan -de manera casi poética- los elementos arquitectónicos construidos con respecto al entorno natural donde se construyen. También están las obras que se acoplan al orden morfológico de la naturaleza, resultando en un lenguaje orgánico y generando así espacialidades interiores sumamente peculiares y únicas.