Durante décadas, nuestra sociedad y el desarrollo de nuestro entorno construido han estado fuertemente asociados con procesos extractivos intensivos. Si bien estos métodos fueron fundamentales para el crecimiento de las áreas urbanas, también sentaron las bases para los importantes desafíos que enfrentan las generaciones contemporáneas en la actualidad. Hoy en día, los escombros de la construcción se acumulan en las periferias de nuestras ciudades y los desechos plásticos flotan en los océanos.
En este contexto, y de manera similar a la idea expresada por Alvar Aalto, quien afirmaba que "la arquitectura moderna no implica el uso de nuevos materiales, sino un empleo más humano de los existentes", es crucial reconsiderar cómo gestionamos nuestros recursos y residuos. Este cambio de dirección nos brinda nuevas oportunidades para abordar los desafíos que ha traído la actual crisis climática. En respuesta, ahora se están tomando diversas acciones, utilizando materiales como desperdicios de alimentos, madera reciclada y restos de plástico, entre otros, analizando innovaciones en un contexto donde las materias primas son cada vez más escasas.