Mientras lees esto, podrás notar que estás rodeado de varios elementos hechos de plástico. Esta omnipresencia no es coincidencia; de hecho, la versatilidad del plástico lo ha vuelto adecuado para una variedad de aplicaciones, y su inventor, Leo Baekeland, lo describió como “el material de los mil usos”. Sin embargo, cuando se trata de impacto ambiental, el problema reside en sus propias cualidades: es tan duradero, adaptable y fácil de producir (430 millones de toneladas por año) que, según datos de la ONU, el equivalente a 2.000 camiones de basura llenos de plástico se vierte en los océanos, ríos y lagos todos los días.
En el entorno construido, el plástico se ha incorporado a diversos materiales, productos y sistemas constructivos, contribuyendo a una crisis ambiental que afecta gravemente el bienestar de millones de seres vivos. Ante este problema, una posible dirección es dejar de utilizarlo. La búsqueda de alternativas libres de plásticos está marcando el camino hacia un futuro donde la arquitectura se desvincula progresivamente de estos materiales contaminantes, impulsando soluciones sostenibles que reduzcan nuestra dependencia de ellos y contribuyan a preservar el medio ambiente.