Recordando a Antonio Sant’Elia (Como, 1888 – Monfalcone, 1916), arquitecto y urbanista italiano.
Lo más interesante de la obra de Antonio Sant’Elia, es cuando se une al movimiento futurista y escribe en 1914 el Manifiesto de la arquitectura futurista, publicado en la revista Lacerba el 10 de agosto del mismo año, siendo este su principal aporte al movimiento. Dentro de este interesante texto, encontramos frases tan actuales como las siguientes:
“Después del siglo XVIII la arquitectura dejó de existir. A la mezcla destartalada de los más variados estilos que se utiliza para disfrazar el esqueleto de la casa moderna se le llama arquitectura moderna. La belleza novedosa del cemento y del hierro es profanada con la superposición de carnavalescas incrustaciones decorativas que ni las necesidades constructivas ni nuestro gusto justifican, y que se originan en la antigüedad egipcia, india o bizantina o en aquel alucinante auge de idiotez e impotencia que llamamos neo-clasicismo.”
Y entre otras cosas, proclamaba: “Que la arquitectura futurista es la arquitectura del cálculo, de la audacia temeraria y de la sencillez; la arquitectura del hormigón armado, del hierro, del cristal, del cartón, de la fibra textil y de todos los sustitutos de la madera, de la piedra y del ladrillo, que permiten obtener la máxima elasticidad y ligereza…”
El manifiesto hace énfasis en los principios generales del futurismo, ya que en él se proclama el rechazo de todos los estilos profesionales, de las líneas perpendiculares y horizontales, de las formas cúbicas y piramidales por su estatismo y pesadez, y la destrucción de la arquitectura existente. Es innegable que este manifiesto refleja la influencia de anteriores manifiestos, como el de Marinetti en 1909, en el cual se defiende un alejamiento de la tradición en la necesidad de ser moderno y de adaptarse a su tiempo, apoyándose en el uso de los nuevos materiales facilitados por la industria