Un reciente ránking internacional declaró a Barcelona la octava mejor ciudad del mundo. Claro: Gaudí, el barrio gótico, la Rambla, los bares y las playas. Nos puede parecer obvio, pero si pudiéramos viajar a la Barcelona de mediados del siglo XIX, nos encontraríamos con un puerto decadente y una ciudad hacinada, tensionada y aún humillada por el cerco impuesto por Felipe V tras la Guerra de Sucesión en 1714. Y si regresáramos tan solo a los años sesenta, el centro histórico de Barcelona bajo el franquismo seguía siendo un dolor de cabeza para vecinos y autoridades, que debían lidiar con el deterioro, las drogas, la prostitución y la delincuencia. Entonces, ¿en qué momento todo cambió?
Alessandro Scarnato, arquitecto por la Universidad de Florencia, convirtió su tesis doctoral en la Universitat Politècnica de Catalunya en un libro: Barcelona Supermodelo (Comanegra, 2016), publicación ganadora del premio Ciutat de Barcelona 2016 en la categoría de Historia, y que relata el maridaje entre autoridades, asociaciones vecinales y arquitectos sin prejuicios, durante la Barcelona post franquista para convertir la urbe en una súper ciudad, en un "supermodelo", como dice Scarnato.
Con motivo de su publicación, entrevistamos a su autor, quien aborda tópicos como la resistencia política, el patrimonio, los cálculos políticos, los Juegos Olímpicos, y la mutación del arquitecto "sin príncipe" durante la dictadura de Franco a un personaje respetado intelectualmente en los años setenta hasta el surgimiento de los starchitects de los años noventa. Todo esto cruzado por un Plan Cerdà que abraza 150 años de historia de Barcelona. "Hasta los años 90 era fácil encontrar habitantes del centro histórico que cuando hablaban de su barrio hacían referencia a la reforma que se hará y se referían a las mismas operaciones esbozadas en el plan Cerdà", comenta Scarnato.