Las certificaciones de construcción sostenible pueden desempeñar un papel crucial en la mitigación del cambio climático al establecer criterios sólidos para fomentar prácticas ecológicamente responsables en la industria de la construcción. No solo otorgan visibilidad pública y monitorean el desempeño, asegurando el cumplimiento de regulaciones, sino que también estimulan la reducción del impacto ambiental, al mismo tiempo que recompensan a los edificios que cumplen con rigurosos estándares de sostenibilidad. Al establecer niveles más altos de excelencia en proyectos y construcciones, estas certificaciones ejercen influencia en la evolución de los códigos de construcción, en la capacitación de los profesionales y en las estrategias corporativas.
Cuando hablamos de tecnología, a menudo pensamos en robots, supercomputadoras, centros de datos o teléfonos inteligentes. Pero la tecnología también se refiere a la invención de las primeras herramientas de piedra tallada o al desarrollo de la máquina de vapor, responsable de la primera Revolución Industrial. El término proviene de la combinación de las palabras griegas "techne" (arte, artesanía) y "logos" (palabra, discurso), y no es más que la aplicación del conocimiento para lograr objetivos de una manera específica y reproducible, con fines prácticos. En el sector de la construcción, que involucra grandes cantidades de recursos y personas, más tecnología significa incorporar nuevos métodos, herramientas, automatización y software que pueden mejorar la eficiencia de las construcciones. Esta industria, históricamente reacia a la innovación, representa un gran impacto en el medio ambiente a través de las emisiones de carbono y la explotación de materias primas. Sin embargo, a medida que la construcción se adentra en el mundo digital, los constructores han comenzado a ver la tecnología como un medio para optimizar prácticas e identificar, construir y gestionar sus proyectos.
La innovación prospera cuando nos detenemos a observar, cuestionar y reimaginar el mundo a nuestro alrededor, convirtiendo los desafíos en oportunidades de progreso. La naturaleza, en particular, sirve como una rica fuente de inspiración. Al observarla, estudiar sus desafíos cotidianos y contemplar los procesos existentes, podemos descubrir ideas valiosas que inspiran soluciones innovadoras.
Uno de estos desafíos actuales en el mundo es la producción de concreto, un material antiguo y extremadamente popular. También es responsable de una parte significativa de las emisiones globales de CO2 debido al proceso intensivo en energía de la producción de cemento y las reacciones químicas involucradas. Se estima que la producción de concreto es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones anuales de CO2 del mundo, bombeando 11 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera todos los días, lo que representa el 8% de las emisiones anuales de CO2 y consume el 9% del agua industrial anual del mundo. Además de esto, tenemos una proyección de que el stock de construcción mundial se duplique para 2060, el equivalente a construir una ciudad entera de Nueva York cada mes durante los próximos 36 años, lo que significa una demanda increíblemente creciente de cemento y hormigón. ¿Podemos hacer algo frente a este escenario desalentador? En este artículo, hablamos con Loren Burnett, CEO de Prometheus Materials, que ha desarrollado un material imitando los procesos naturales para recrear el concreto tal como lo conocemos.
La madera reconstituida ha surgido como una alternativa sustentable para reemplazar a los componentes de concreto en las construcciones, ya que estos contribuyen, por sí solos, al 8% de las emisiones globales de CO2. Con varios ejemplos en diferentes escalas y programas, este material ha demostrado ser prometedor para revolucionar la industria, agregando eficiencia, resistencia y confort. Incluso cuando tratamos con procesos altamente estandarizados y eficientes en la fabricación de las piezas estructurales, siempre hay lugar para mejorar y reducir el desperdicio. Principalmente porque el proceso industrial tradicional de cortar los troncos en partes puede generar residuos sustanciales.
En este contexto surge A.I. Timber, un material de construcción innovador diseñado para minimizar el desperdicio al preservar los contornos naturales de los árboles. En lugar de los métodos convencionales de cortar troncos individuales en tablas estandarizadas, A.I. Timber utiliza la Inteligencia Artificial de manera ingeniosa para encajar estos troncos como las piezas de un rompecabezas perfectamente ensamblado. Para comprender más sobre la iniciativa y el futuro de este material, conversamos con Carlo Ratti y Mykola Murashko, quienes coordinaron el proyecto.
Hay materiales que evocan sentimientos por sus cualidades intrínsecas. La madera transmite calidez, el concreto robustez, el acero inoxidable sofisticación y modernidad, por ejemplo. Otros, en cambio, se adaptan a una infinidad de estilos y enfoques. Este es el caso de las baldosas de gres cerámico y porcelánico, cuyas piezas ofrecen una diversa gama de tamaños, formas, colores, patrones y texturas, dando a los diseñadores la libertad creativa para combinarlas con diversos estilos. Además, permiten replicar la apariencia de los materiales naturales, combinando resistencia y durabilidad. Esto es especialmente valioso en el campo del diseño y la decoración, cuya expresión artística encuentra voz a través de una multitud de estilos que reflejan las personalidades y preferencias de quienes los ocupan.
Existen ciertos símbolos que trascienden las barreras del idioma y son fácilmente reconocidos y comprendidos por personas de diversas culturas. Ejemplos de ello son los íconos masculinos y femeninos del baño, la cruz que simboliza la salud y, más recientemente, el símbolo universal del Wi-Fi. Entre estos íconos universales se encuentra el del reciclaje, concebido en 1971 por Gary Anderson, un arquitecto y diseñador que, en su momento, fue estudiante en la Universidad del Sur de California. Como un ciclo continuo, se trata de un triángulo con tres flechas dispuestas en el sentido de las agujas del reloj, cada una de las cuales representa a la industria, al consumidor y al reciclaje, respectivamente.
Reintegrar lo que normalmente se considera residuo en el ciclo de producción es un principio fundamental de la economía circular. Este concepto es particularmente destacado en la industria de la construcción, que históricamente ha dependido de la destrucción y extracción de recursos para existir. Nada más simbólico que los ladrillos, que también representan la construcción de cosas nuevas, para aplicar los conceptos de circularidad. Mentes creativas han aceptado este desafío, creando soluciones que transforman materiales desechados en recursos de alto valor, generando una amplia gama de productos, que abarcan materias primas residuales involucrando desde algas marinas y plásticos hasta cabello humano. Estas innovaciones no solo abordan problemas ambientales urgentes, sino que esencialmente redefinen la forma en que construimos y habitamos nuestros espacios. En este artículo, destacamos 7 iniciativas que han convertido los residuos en ladrillos.
El concreto cuenta con una gran resistencia a los esfuerzos de compresión, pero es un material frágil en cuanto a la tracción. Es por eso que la incorporación del acero, con su alta resistencia a la tracción, convirtió al llamado concreto armado en el método constructivo más utilizado en el mundo. En otras palabras, el concreto armado combina las ventajas intrínsecas de sus dos componentes principales, concreto y armaduras de acero, para obtener un material extremadamente resistente, versátil y práctico. Estas barras de acero, además de reforzar la estructura, pueden utilizarse en instalaciones artísticas, fachadas e incluso en interiores.
El propósito de la innovación es promover el cambio positivo y el progreso en diversos aspectos de la vida. Esto implica crear, desarrollar e implementar nuevas ideas, métodos, productos o procesos que mejoren los existentes o introduzcan conceptos completamente nuevos. La renombrada firma de arquitectura y diseño Henning Larsen, fundada en 1959 en Dinamarca, tiene un firme compromiso de adoptar la innovación como elemento central de su trabajo. Con énfasis en la excelencia del diseño, la sustentabilidad, la colaboración y enfoques centrados en el usuario, la innovación juega un papel clave en su búsqueda de crear hitos arquitectónicos icónicos y sostenibles. A través de la investigación y del desarrollo de proyectos, constantemente exploran nuevas ideas, materiales y tecnologías para mejorar la funcionalidad y elevar la experiencia del usuario en sus edificios. Para obtener más información sobre este enfoque visionario y su impacto en la eficiencia arquitectónica, hablamos con Jakob Strømann-Andersen, quien dirige un departamento especializado que combina la innovación y la sustentabilidad, destacando el compromiso de la firma de ampliar los límites de la arquitectura sostenible.
El período geológico en el que actualmente habitamos se conoce como el Antropoceno, definido por el impacto humano sustancial en los ecosistemas y la geología de la Tierra. En contraste, el Symbioceno, un término acuñado por el filósofo y ambientalista australiano Glenn Albrecht, presenta una visión del futuro caracterizada por una relación positiva y simbiótica entre los seres humanos y el mundo natural. En la era del Symbioceno, los seres humanos colaboran activamente con la naturaleza, reconociendo su interdependencia con los ecosistemas de la Tierra y esforzándose por regenerar y restaurar el medio ambiente natural, creando así un mundo más armonioso y sostenible.
La obra del arquitecto franco-suizo Charles-Édouard Jeanneret, es, entre muchos otros adjetivos, abarcadora. Le Corbusier se aventuró en escalas desde el diseño de muebles hasta planes urbanos para ciudades enteras, pasando por la pintura, proyectos diversos y la escritura de libros. Algo que no se habla tanto, sin embargo, es la teoría de colores que él desarrolló y aplicó a varios de sus proyectos arquitectónicos y esfuerzos artísticos. Profundamente arraigada en su creencia de que el color juega un papel significativo para evocar emociones y crear ilusiones espaciales, la teoría de colores de Le Corbusier fue descrita en su libro "PolyChromie Architecturtale" (arquitectura policromía), publicado en 1931. Allí, él introdujo su concepto y una gama cuidadosamente curada de colores que pretendían ser usados en contextos arquitectónicos específicos.
A medida que crece la conciencia sobre la escasez, el estrés hídrico y la sostenibilidad ambiental en el mundo, el concepto de huella hídrica se vuelve cada vez más relevante. A diferencia de su primo más popular, la "huella de carbono", que se concentra en las emisiones de gases de efecto invernadero, la huella hídrica brinda una visión holística del agua utilizada durante todo el ciclo de vida de un producto, proceso o actividad. Mide la cantidad de agua consumida (directa e indirectamente) y contaminada, teniendo en cuenta diferentes tipos de recursos hídricos, además de servir como una herramienta valiosa para empresas, formuladores de políticas e individuos para entender y abordar sus impactos relacionados con el agua. Incluso, hay calculadoras en línea que miden nuestras huellas individuales a través de preguntas simples sobre nuestras casas, electrodomésticos e incluso hábitos alimentarios.
Encontrar soluciones efectivas y valiosas para la gestión de residuos agrícolas ha sido un desafío inspirador para los investigadores. Los subproductos de monocultivos, como los residuos de la producción de soja, las mazorcas de maíz, la paja, las semillas de girasol y la celulosa, a menudo se destinan a la compostación del suelo, se utilizan como alimento para animales o incluso se convierten en energía para reducir los residuos y mitigar los impactos ambientales asociados con las actividades agrícolas. La producción de caña de azúcar, por ejemplo, genera una cantidad significativa de residuos, totalizando alrededor de 600 millones de toneladas de residuos de fibra de bagazo de una producción anual de dos mil millones de toneladas de caña de azúcar. Este residuo tiene un potencial prometedor para reemplazar sistemas de construcción intensivos en energía, como el concreto y el ladrillo, proporcionando materiales de construcción que combinan sostenibilidad y eficiencia estructural.
Con esta perspectiva en mente, la Universidad de East London (UEL), en colaboración con Grimshaw Architects y el fabricante Tate & Lyle Sugar, ha desarrollado un innovador material de construcción llamado Sugarcrete™. El objetivo del proyecto es explorar soluciones de construcción sostenible mediante el reciclaje de residuos biológicos de caña de azúcar, lo que a su vez reduce las emisiones de carbono en la industria de la construcción, y priorizando la sostenibilidad social y ambiental durante la producción e implementación de estos materiales de construcción.
La oficina Olson Kundig, con sede en Seattle, es un ejemplo de cómo el contexto y la cultura pueden influir en el enfoque de diseño de una empresa. Fundada en 1966 por Jim Olson y ahora compuesta por cientos de colaboradores y otros trece directores/propietarios, incluyendo a Tom Kundig, la oficina cuenta con un extenso y diversificado portafolio que abarca diferentes escalas y presupuestos. En conferencias y entrevistas, Kundig en particular, a menudo habla sobre cómo haber crecido en una región de fuerte tradición minera y maderera influyó en la estética industrial y racional de sus proyectos, el uso de materiales durables y de baja mantención, así como una atención especial en la artesanía. En muchos de los proyectos de la oficina, sin embargo, llama la atención la ingeniosidad y el destaque dado a las partes móviles, difuminando los límites entre dentro y fuera. Esto se logra a través de la incorporación de dispositivos manuales que permiten que los usuarios activen directamente el edificio, conectándolos al mismo tiempo al contexto, pero también con la propia edificación y los mecanismos dinámicos presentes allí.
Torres, pasarelas, terrazas, cabañas y casas en los árboles. Desde 2010, el Festival Hello Wood ha erigido docenas de construcciones temporales, con un denominador común: la madera. La iniciativa tiene como objetivo hacer que el conocimiento sobre este material sea más accesible para todos, ya que tiene un inmenso potencial para el futuro. No obstante, a pesar de su potencial, la madera sigue enfrentando varios prejuicios dentro de la industria de la construcción. A través de la conexión entre diseñadores y artistas de diferentes orígenes culturales, académicos y profesionales, el evento utiliza la construcción como plataforma para la innovación, la discusión y el conocimiento. Ofrece a los participantes la oportunidad única de experimentar con métodos de diseño y construcción sostenibles, fomentando el aprendizaje a través de la experiencia, en un área boscosa cerca de Budapest, Hungría.
Desde el icónico vuelo pionero de Yuri Gagarin en 1961, solo 565 seres humanos han tenido el privilegio de viajar al espacio. Esta aventura extrema requiere un alto grado de entrega, una extraordinaria preparación física e intelectual y grandes inversiones. La exploración espacial tiene el potencial de beneficiar a la humanidad de muchas maneras, especialmente en lo que respecta al desarrollo de nuevas tecnologías y la generación de conocimiento científico. Muchas de estas tecnologías ya están disponibles para el público, como el GPS, los filtros de agua o los tejidos de alta resistencia. Pero aunque a menudo imaginamos a los astronautas flotando en el espacio y observando la Tierra desde un punto de vista único, muchos de ellos enfrentan la dificultad de dormir y descansar en el espacio debido a la falta de luz natural. Es este problema lo que motivó a un grupo de jóvenes arquitectos daneses a desarrollar una solución para mejorar la vida diaria de los astronautas en el espacio, pero también de muchas personas en el planeta Tierra que sufren el mismo problema.
Las casas de madera prefabricadas se remontan al siglo XIX, cuando las llamadas "casas en kit" se hicieron populares en América del Norte. Vendidos por empresas como Sears, ofrecían opciones de vivienda asequibles y convenientes, especialmente para las personas que vivían en áreas rurales donde la mano de obra era escasa y costosa. Los clientes podían elegir entre varios diseños y dimensiones, y los kits generalmente incluían todos los materiales necesarios para construir la casa, incluida la madera numerada y precortada, clavos, tejas y otros componentes necesarios. Durante algún tiempo, sin embargo, las casas prefabricadas fueron vistas como construcciones de menor calidad y prestigio, y aunado a la falta de flexibilidad de estas soluciones, entraron en decadencia.
Hoy en día, gracias a las tecnologías disponibles en el mercado, las construcciones modulares y prefabricadas se perfilan como soluciones constructivas limpias, sostenibles y energéticamente eficientes. Además, las innovaciones en la madera de ingeniería han enfatizado sus múltiples usos, con el beneficio adicional de las posibilidades estéticas y estructurales. Fue en este contexto que la oficina UNA BV desarrolló el proyecto Modular 5.5, cuyo objetivo era crear construcciones modulares flexibles que pudieran ensamblarse en diferentes arreglos, permitiendo la construcción de casas con una variedad de dimensiones y necesidades en diferentes terrenos. Hablamos con Fernanda Barbara y Fábio Valentim sobre este proyecto:
Por trivial que parezca el acto de encender un interruptor e iluminar una habitación, hemos tenido que recorrer un largo camino para tener fuentes de luz seguras y confiables. Se estima que las primeras lámparas se inventaron hace 70.000 años y consistían en piedras ahuecadas o conchas rellenas de un material absorbente empapado de grasa animal que podía encenderse. Los egipcios, en cambio, utilizaban vasijas de cerámica decoradas llenas de aceite, que proporcionaban una llama constante. Las velas se popularizaron durante la Edad Media, hechas de sebo (grasa animal) o cera de abejas, y podían quemarse en candelabros simples. Fue a fines del siglo XIX cuando Thomas Edison y su equipo inventaron una bombilla incandescente que podía fabricarse en masa y era económicamente viable, y pronto se convirtió en la forma dominante de iluminación durante gran parte del siglo XX. Aunque fue un invento revolucionario en su momento, ahora somos conscientes de que estas bombillas no son muy eficientes y finalmente fueron reemplazadas por ampolletas fluorescentes y, más recientemente, LED. Pero si ya hemos avanzado tanto en tan poco tiempo, ¿qué podemos esperar del futuro de la iluminación, y más concretamente, cómo estarán iluminados nuestros interiores en unos años o décadas?
Las soluciones de construcción tradicionales tienden a funcionar bien en sus respectivos contextos, ya que han resistido cientos de años de pruebas y mejoras, y utilizan técnicas y materiales disponibles localmente. Si bien la globalización y la democratización del acceso a la tecnología han traído más comodidad y nuevas oportunidades a la humanidad, también ha llevado a la homogeneización de las soluciones en el sector de la construcción y a la dependencia de las cadenas de suministro globales de materiales y componentes de construcción. Esto también ha provocado una ruptura en la forma de transmitir el conocimiento a las nuevas generaciones y, eventualmente, la desaparición de las tradiciones.
En particular, el tema de las soluciones de refrigeración pasiva para edificios está teniendo un resurgimiento en la actualidad, con un esfuerzo por recuperar técnicas antiguas utilizadas a lo largo de la historia en lugares que siempre han tenido que lidiar con climas cálidos. Esto es aún más evidente por los altos costos energéticos que impone el enfriamiento artificial, el escenario de calentamiento global, y principalmente porque, dentro de las proyecciones de crecimiento poblacional, una parte importante de las megaciudades se ubicarán en los climas predominantemente cálidos de África y Asia. Cuando pensamos en el futuro, ¿es posible inspirarnos en el pasado y aplicar técnicas antiguas de enfriamiento a los edificios contemporáneos?