Resulta interesante resumir lo que aconteció en Pamplona días atrás, donde se celebró por 7ma vez la Bienal de Arquitectura Latinoamericana en el Centro Cultural Civican. En principio podría también sonar llamativo que una ciudad española como Pamplona, sea la anfitriona de un evento en donde el foco principal sea la arquitectura latinoamericana, que con el correr de los años ha desarrollado una identidad tan propia arraigada a su contexto continental, y que actualmente uno puede pensar que poco tiene que ver con la arquitectura ibérica. Sin embargo, son días en que la ciudad se enorgullece de ser ese puente entre Latinoamérica y España, con la presencia de jóvenes prácticas de arquitectura, que con un aire de frescura y motivación llegan a presentar su trabajo cargado de potencial e ideas prometedoras hacia el futuro de la escena arquitectónica latinoamericana.
Este año, el país invitado de honor fue Perú, y por lo tanto, la inauguración estuvo a cargo de Sharif Kahatt, actualmente director del departamento de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Perú. Con su presentación, “Poéticas brutales. Un siglo de realismo en la arquitectura en el Perú,” Kahatt realizó un sublime recorrido por la historia de la arquitectura peruana, donde entre otros temas, destacó la importancia del proyecto arquitectónico como un instrumento de creación de cultura, herramienta a través de la cual se renueva y resignifica la arquitectura precolombina, y la sociedad empieza a reconocer el valor cultural que tiene la arquitectura local. Estos conceptos fueron además reforzados con la exposición, con curaduría del mismo Kahatt, de los aportes y obras de arquitectura más interesantes del Perú en el siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI.
Con el relato como recurso predominante, se fue desarrollando el núcleo principal de la bienal, la presentación de los trabajos de los 13 estudios latinoamericanos seleccionados. A través de búsquedas minuciosas y asertivas, con giros sumamente inteligentes, los arquitectos, que si bien difieren en el tipo de arquitectura y proyectos realizados, comparten la necesidad de traer nuevas ideas y nuevas formas de hacer una arquitectura que se adapte a los contextos locales.
Haciendo un recorrido por los distintos países y ciudades del continente latinoamericano, se vieron las particularidades a cada contexto sobre el cual se ejerce la arquitectura, pero a su vez, hubo un marcado hilo conductor en los relatos: la necesidad de encontrar esos lugares donde romper con lo impuesto de base a las formas tradicionales de proyectar y construir.
Conocimos la destacada producción de Marta Maccaglia, enfocada en la arquitectura para la educación desarrollada mayormente con un trabajo participativo en comunidades nativas de la selva amazónica peruana, dando cuenta de la necesidad de modificar el modelo en que se piensan y construyen las escuelas. Por otro lado, vimos en los trabajos de Andrés Solano en Lima y de Tomás Balparda y Fernando Brunel de BBOA en Rosario, la intención de abrir, con elementos y recursos propios del proyecto arquitectónico, espacios que aportan a la idea de generar un barrio y espacio público de calidad dentro de la ciudad.
También hubo aquellos quienes presentaron la importancia del estudio previo sobre los territorios y climas, que por sus complejidades, requieren una reflexión e investigación consciente antes de actuar. Vimos en los trabajos de Agustín Lozada y Agustín Berzero en Córdoba, en Buenos Aires con Huarte & Pugliese, en Chile, con la dupla Duarte Fournies Arquitectos y en Uruguay por parte de TATÚ Arquitectura, que una observación comprensiva y profunda sobre el contexto y territorio, en la mayoría de los casos luego se traducen en las ideas predominantes de los proyectos arquitectónicos. Por otro lado, cuando este contexto estaba desdibujado, los proyectos se volvían a sí mismos casi como un refugio en sí, pero en ningún caso las decisiones proyectuales quedaban libradas al azar.
Por su parte, Cassio Sauer y Elisa Martins de sauermartins, en Porto Alegre, regalaron un discurso de una sensibilidad precisa que dio forma a su arquitectura, contextualizada no sólo en Porto Alegre o Brasil, si no también en el continente latinoamericano. Hablaron de historias, que se convierten luego en proyectos, que se cuentan a través de referencias poéticas, artísticas, de alguna manera conceptos más intangibles, pero que denotan una vez más esa madurez para entender el contexto en donde están haciendo arquitectura.
Siguiendo con el enfoque hacia entorno inmediato, pero cargado además de un fuerte análisis social y urbano del lugar, en el caso de Santiago Pradilla en el centro histórico en Bogotá, y Natura Futura en Ecuador, se habló de la falta de conexión de la forma de hacer arquitectura con la realidad, en donde el papel del arquitecto requiere de una investigación y luego una acción independiente sin esperar de terceros para poder cambiar lo que hace falta.
La BAL además contó con el privilegio de tener de invitados a los arquitectos Barclay & Crousse y David Mutal quienes continuaron las presentaciones enfocadas en la arquitectura peruana. Mutal hizo un análisis del patrimonio arquitectónico peruano a través de su trabajo, exponiendo las claves para el tratamiento correcto de este patrimonio, pero por sobre todo, destacando la importancia de activar el patrimonio con recursos contemporáneos, pocas intervenciones pero a su vez significativas, facilitando así la integración del mismo con la arquitectura actual. Se reflexionó sobre los beneficios de trabajar lo ya construido, los espacios y objetos preexistentes, que se resignifican y dan el lugar para explorar e innovar. Entender que los elementos y la arquitectura misma tienen su ciclo, y que las intervenciones sobre el patrimonio son parte de ese mismo ciclo, y por tanto soltar la idea de permanencia y aceptar que todo vuelve a ser tierra otra vez.
En esta misma línea, Sandra Barclay y Jean-Pierre Crousse, dieron una clase magistral con referentes en su trabajo, de la creación de la cultura arquitectónica a través de la observación y en relación al territorio y el contexto, el discernimiento entre lo que debe quedarse y lo que no. Utilizando la sección como herramienta de trabajo acertada al territorio y microclima en Perú, pero particularmente en Lima, dando lugar a una arquitectura que se relaciona estrechamente con la geografía pero que sin embargo no desaparece en ella sino que dialogan en armonía.
La bienal también contó con presencias destacadas de de Enrique Ciriani, consagrado exponente peruano de la arquitectura moderna, quien brindó una extensa masterclass sobre su trabajo en Perú y Francia, y la conferencia de clausura a cargo de las ganadoras del Premio Pritzker 2020, Shelley Mcnamara & Yvonne Farrell, de Grafton Architects.
Luego de cuatro días de convivencia en Pamplona, de presentaciones y diálogos sumamente enriquecedores acerca de la situación actual de la arquitectura en Latinoamérica, finalmente se entiende porque es tan importante que suceda la BAL en este lugar. Quizás, estando fuera del contexto habitual, se pudieron poner en perspectiva estas miradas innovadoras que aportan soluciones a los problemas intrínsecos latinoamericanos, buscando así la necesidad de construir ciudades, barrios y espacios que representen a las comunidades para las cuales se trabaja, ya sea en la selva, montaña o centros urbanos. Los mismos arquitectos demostraron que, aún con la corta trayectoria, quizás a nivel de obra construida, hay un discurso y una investigación consolidada y madura al momento de concebir un proyecto arquitectónico que le da valor y enaltece la disciplina.