Algunos arquitectos aman el color, a otros no les interesa, otros lo odian, otros suelen descalificarlo, considerándolo poco serio para usarse en la arquitectura. En un ensayo sobre el tema, Timothy Brittain-Catlin menciona el "puritanismo innato entre clientes de arquitectura", los arquitectos y su "vergüenza al enfrentarse al color" y cómo "el modernismo intentó prohibir desde la teoría a los colores brillantes". Entonces, mientras que el debate sobre el color en la arquitectura está lejos de ser novedoso, no ha terminado, y probablemente nunca termine.
En el mundo de hoy donde el estereotipo del arquitecto vestido de negro aún predomina, existen algunos arquitectos que no han temido usar colores llamativos en su obra. A continuación, una lista de 7 de estos arquitectos ejemplares del pasado y presente.
Antoni Gaudi (1852 – 1926)
Mejor conocido por ser uno de los líderes del modernismo catalán y el art noveau, la fantástica obra de Gaudí se caracteriza tanto por su uso de artes decorativas tradicionales como vidrio soplado, cerámica, y hierro forjado como por sus formas excéntricas. Inspirándose de la naturaleza, mitología y religión, su asombroso uso del color es evidente en los azulejos, ladrillos y piedras policromáticas en proyectos como Casa Vicens, El Capricho, Casa Batlo, Parque Güell y la Sagrada Familia, entre otras incontables obras maestras.
Luis Barragán (1902 – 1988)
Aunque la obra de Barragán usa planos completos pintados de color brillantes y contrastantes, nunca es incómodo de ver, ni siquiera en el sol de verano mexicano. Muros pintados de rosa y naranja brillante, un pasillo amarillo inundado de luz, un pedazo sólido de escarlata frente a un azul fresco, un muro lila detrás de un cactus verde – estas son solo unas cuantas de las combinaciones con las cuales Barragán intentó capturar su obsesión con la "serenidad, silencio, intimidad y asombro," la cultura regional y el paisaje que lo rodea.
Michael Graves (1934 – 2015)
"Amo a Borromini y quiero incorporar algo del sentido de riqueza de esa arquitectura en mi obra, pero si tienes que pintarlo de blanco y hacerlo plano, ¿cuál es el punto?" El arquitecto americano conocido por alejarse de las tradiciones del modernismo utilizó colores vivaces y formas atrevidas en sus obras pos-modernas, como la St. Coletta School, Portland Building y el Dolphin Resort en Disney World.
Theo Van Doesburg (1883 – 1931)
El artista y arquitecto autodidacta Doesburg aplicó sus ideas sobre el color con gran vigor en los espacios que diseñó junto con otros diseñadores, como el Café l'Aubette. Las múltiples superficies y planos en el espacio le permitieron jugar con cambios de tonos, ángulos en contraste, elementos horizontales y verticales, y geometría, todo en colores primarios que simbolizaron la abstracción pura.
Peter Cook
"La Kunsthaus ofrece a la ciudad de Graz un rostro rotundo que se ríe y guiña el ojo. Al entrar, te topas con un elemento tentador que te invita hacia lo desconocido. El misterio aumenta en este profundo y obscuro espacio..." Esto no es un proyecto de Archigram en papel, es una galería de arte público en Austria diseñada y construida por CRAB Studio de Peter Cook. El arquitecto no bromeaba cuando dijo que los diseños de Archigram siempre debían ser construidos: reconocido por su paleta de colores y alegría radical, Cook no teme utilizar libremente el color.
Richard Rogers
Tecnológica, funcionalista, adaptable y colorida – la obra de Richard Rogers hoy mantiene el mismo espíritu que el edificio que lanzó su carrera: el Centre Georges Pompidou. A primera vista, el museo parece una masa gigante de pipas coloridas, pero si ponemos más atención podemos descifrar una meticulosa codificación de color: azul para ventilación, verde para plomería, amarillo y naranja para los sistemas eléctricos, rojo para los elevadores, y blanco para la estructura y componentes de ventilación más grandes.
Ricardo Bofill
La obra del arquitecto español, específicamente sus múltiples proyectos de vivienda multifamiliar como El Sargazo, Xanadú y La Muralla Rojo, seguido se describe como surreal. La maestría de Bofill con el color en sus edificios laberínticos de múltiples niveles toma la forma de dramáticos rosas, escarlatas, azules, índigos, violetas y anaranjados aplicados en generosas cantidades, seguido en fuerte contraste con su contexto.