El alcalde que convirtió su estacionamiento privado en un parque público

Svante Myrick rechazó el cajón de estacionamiento al que tenía legítimo derecho y lo convirtió en un pequeño parque de uso público, parklet que le llaman ahora.

Poco antes había decidido dejar de utilizar el automóvil para irse a su trabajo y empezar a hacer el desplazamiento a pie, al igual que el 15% de los habitantes de su ciudad.

Poco antes de eso se había convertido, a los 25 años, en el alcalde más joven de Ithaca, Nueva York, una pequeña ciudad de 30 mil habitantes que no tendría mayor cabida en los mapas si no albergara en sus tierras las instalaciones de la Universidad de Cornell.

La historia es vieja, pero vale la pena desempolvarla.

Una breve semblanza de Grist recoge las razones de Myrick para rechazar su preciado cajón: “la respuesta al exceso de automóviles no pasa necesariamente por la provisión de más cajones de estacionamiento… Podemos cambiar patrones de tráfico y estacionamiento proveyendo modos alternativos de transporte que sean más económicamente accesibles, confiables y convenientes.”

En el lugar que ocuparía su automóvil instaló un par de bancas y pedazos de tronco convertidos en una mesa y macetas. Abajo del letrero original Reserved for Mayor (reservado para el alcalde) colocó otro más pequeño que dice and friends. Toda la instalación no debe haber costado más de unos 200 dólares, aunque buscando un poco se puede hacer hasta gratis. Hoy el espacio del alcalde es espacio de todos, y si toca la suerte, se puede conversar con él libre e informalmente en un pedazo de pavimento que con un pequeño gesto se transformó en un homenaje a la democracia.

Se podrá decir que esto sólo puede darse en una ciudad pequeña, poco dada a los formalismos, que conversar amenamente con el alcalde sentado en unos troncos es una utopía en metrópolis más grandes. Que el automóvil es una real necesidad para una autoridad de ciudad grande, y que reemplazar su espacio por unos troncos y unas bancas constituye más un acto de inútil y peligrosa exposición que un real acercamiento a la ciudadanía.

Es cierto, pero no por eso el gesto de Myrick deja de ser valioso. Deshacerse de un pequeño privilegio y ponerlo a disposición de los demás tiene su mérito. En un mundo en que la distancia que separa a gobernantes de gobernados es cada vez más abismante, en que las políticas de transporte público las hace alguien que nunca se ha subido a un metro o un bus, en que se habla de sustentabilidad a bordo de un gigantesco SUV rodeado de guardaespaldas, en que el rescate del espacio público lo cacarea gente que en su mayoría nunca camina en la calle, la actitud del alcalde  de Ithaca es antes que nada una declaración de principios que refuerza la idea de que el servidor público es antes que nada un ciudadano que con su ejemplo guía los intereses de su comunidad.

No, de Myrick no espero que se imite el parklet, ni las bancas, ni los troncos, ni el letrerito. Lo que debe inspirar es la actitud, el gesto, la íntima conexión con el ciudadano de a pie. Convivir con él de vez en cuando no hace nada de mal.

En 2016 fue reelecto con el 89% de los votos.

Sigue la conversación con Rodrigo Díaz en Twitter: @pedestre.

Sobre este autor/a
Cita: Rodrigo Díaz. "El alcalde que convirtió su estacionamiento privado en un parque público" 30 may 2017. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/872409/el-alcalde-que-convirtio-su-estacionamiento-privado-en-un-parque-publico> ISSN 0719-8914

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