Una de las tipologías más distintivas del movimiento moderno en México son las escuelas. En los años 30, Juan O’Gorman diseñó primarias de concreto aparente que alinearon a la arquitectura funcionalista con las políticas socialistas de los primeros gobiernos revolucionarios. A partir de 1944, el Comité Administrador del Programa Federal para la Construcción de Escuelas (CAPFCE) construyó miles de escuelas en todo el país con base en modelos estándar. El arquitecto Pedro Ramírez Vázquez diseñó un sistema para facilitar la autoconstrucción de aulas rurales, el cual se implementó más adelante en otros países. Otros arquitectos destacados del movimiento moderno en México—como José Villagrán, Fernando Artigas y Carlos Leduc—realizaron aportaciones importantes al desarrollo del país desde la arquitectura escolar.
Desde los años noventa, la construcción de escuelas públicas comenzó a descentralizarse, y hoy muchos de los nuevos planteles en el país los construyen los gobiernos estatales. La calidad de las escuelas es dispareja; en algunos contextos son funcionales, responden a condiciones locales, y se integran de manera armónica a su contexto. En prácticamente ningún caso, sin embargo, es clara la relación entre la construcción de nuevas escuelas y la planeación urbana, territorial y presupuestal.
Mientras que la pedagogía y los programas académicos se transforman, la arquitectura escolar en México ha cambiado poco. Además, son pocos los casos en los que la construcción de escuelas está ligada a procesos de organización social y participación locales.
Algunos de los equipos seleccionados para el pabellón de México en la Muestra Internacional de Arquitectura de Venecia han participado en la construcción de escuelas. Su trabajo ofrece pistas importantes para reflexionar sobre el papel que pueden asumir los arquitectos en esta tarea. Entre ellos se encuentran el despacho Amorphica de Tijuana y el Consultorio de Arquitectura Práctica de la UNAM.
Enviamos un cuestionario a arquitectos de estos dos estudios—Aarón Gutiérrez y Daniel Filloy—y a Roberto Zúñiga, un experto en planeación de escuelas mexicanas que trabaja en el despacho Huckabee and Associates de Dallas. Reproducimos sus respuestas a continuación con la intención de continuar conversaciones iniciadas con la muestra en Venecia.
¿Qué participación tienen los despachos de arquitectura en el diseño y construcción de escuelas en México?
Aarón: Escribiendo sólo por esta región del país, el norte de Baja California, creo que los despachos de arquitectura que asigna el gobierno para diseñar y construir escuelas, son meramente entidades guiadas a repetir los modelos fijados ya en los lineamientos de construcción de las mismas. Como en las líneas de producción, y salvo algunas reglas de repente rotas por cuestiones prácticas o de presupuesto, las escuelas de esta parte de México han sido el resultado de una imponente metodología que siguen aplicando por arquitectos, ingenieros y constructores que replican el pasado, sin responder a las necesidades actuales (geográficas, climáticas, sociales, etc.) de sus respectivos solares.
Roberto: En mi opinión, nula; en el mejor de los casos invisible. Lo poco que he visto de arquitectura educativa con fundamento ha sido en la educación privada. En un país, la educación privada debiera ser la excepción y no la norma. Basta tomar cualquier libro publicitario de arquitectura de cualquier despacho en México y ver que no abundan contribuciones en el área educativa. Creo que se puede aceptar de manera objetiva que en no hay buena arquitectura educativa en México, porque no hay una buena educación en México.
La opacidad de los sistemas y procesos de asignación de proyectos y obra de escuelas públicas ha hecho que los despachos privados no se interesen en perseguir la práctica de esta tipología. Las maneras en que hacerlo sea negocio no son claras, y se antoja que el campo no es parejo. Me temo que de haber un campo definido para la participación de arquitectos en la educación, el sistema pedagógico en México es el arcaico esquema del maestro administrando contenido. Está enfocado en “enseñar”, hace rato el mundo está enfocado en “aprender”. El buen diseño educativo es aquel que facilita una pedagogía determinada por su comunidad.
¿Cómo podrían tener un papel más activo los arquitectos mexicanos en el diseño de escuelas públicas?
Daniel: Creo que si logramos concebir que nuestra función es mediar la forma arquitectónica para que los sujetos habiten sus espacios y se desarrollen en “su extensión del hogar”, podríamos estar mas cerca, cada vez, de alcanzar un objeto arquitectónico que responda a los sujetos que lo habitaran y, por lo tanto, a que los espacios educativos contribuyan más a la educación.
Roberto: Demandando se haga transparente la asignación de recursos, y el concurso de proyectos arquitectónicos. Pero antes que eso, como ciudadanos, los arquitectos nos deberíamos interesar por la educación pública.
Aarón: Creo que el problema no es superficial. Escarbar hacia lo profundo en cuestión de tiempo (historia) y prácticas gubernamentales de repetir lo erróneo, junto con la asignación de estos proyectos nuevos a despachos que no ven por el real progreso educativo de este país, es seguir manteniendo una medianía colectiva como país. La manera más eficiente de enfocarse en el avance de las escuelas en México, es enfocándolo localmente. Es completamente inexacto permanecer con ideologías a escala federal en cuanto a los espacios educativos. Dependen las nuevas escuelas del conocimiento regional de un despacho que éticamente se dedique a actuar con precisión en su investigación de cada proyecto. Creo que no se trata de sólo escoger despachos sin realmente filtrar, concursando a los que aportarán las mejores propuestas. Pero luego, ¿quién escoge? ¿Cómo se elige? … ese es otro tema.
¿Qué lecciones guardan esquemas históricos para la construcción de escuelas en México? ¿Qué puede aprender México de otros países en el diseño y construcción de escuelas?
Daniel: Si aceptamos que uno de los aportes del proyecto Aula-casa rural coordinado por Pedro Ramírez Vázquez en el CAPFCE fue la regionalización de un prototipo con base en los ambientes físicos locales, proponiendo materiales apropiados, tal vez entonces podamos profundizar en esa premisa. Así podremos entender como regionalizar de manera más precisa, cómo responder a nuestro tiempo y a la diversidad de ambientes físicos y sociales que se encuentran en México.
Tal vez mirando a países como Finlandia o Corea del Sur, observando cómo otros países adaptan la infraestructura a las necesidades especificas de la población podamos repensar la arquitectura escolar en México. Voltear a verlos serviría no para copiar sus resultados, sino para entender la relación que en sus proyectos guarda la forma arquitectónica con la pedagogía y, por lo tanto, con los planes de estudio y desarrollo.
Roberto: ¿Qué lecciones guardan esquemas históricos para la construcción de escuelas en México? Ninguna. Hay un rezago increíble, se antoja tan infranqueable que la historia debe empezar a escribirse de cero. La educación actual en el mundo está en un proceso evolutivo paralelo a los avances de la tecnología digital y de comunicaciones. El rezago en México, tanto en lo educativo como en el diseño de las instalaciones es una verdadera tragedia.
Creo que la tragedia de la educación en México es tal, que precisamente ahí radica su enorme oportunidad. México tiene la oportunidad gigante de escoger de muchos países lo que puede funcionar y evitar lo que no está probado. Debe de empezar por resolverse el tema desde su financiamiento, desde la asignación de contratos y recursos, y su administración. Lo mismo que puede aprender México de diseño y construcción de escuelas, lo puede aprender de democracia: los sistemas educativos públicos más exitosos son productos de democracias funcionales.
Creo que hay un sinfín de modelos que en México pudieran aplicar. A botepronto, en Canadá hay sistemas de educación pública ligados a la religión, como lo es en el distrito de Escuelas Católicas de Alberta. Así, han construido un sistema ordenado que permite la diversidad. A partir de estos modelos, México tiene frente así la enorme oportunidad de diseñar un sistema que produzca mejores educadores, educandos y por consecuencia mejores espacios educativos.
Aarón: Las lecciones son enormes. En México, el contar con sólo 3 distintos tipos de escuelas para toda una población, situaciones climáticas y sociales tan diversas, es un gran error. Respecto a otros países, y como he tenido la oportunidad de construir escuelas en Estados Unidos, las diferencias en avances no tienen punto de comparación, y no de manera positiva (creo que no es necesario profundizar en esto).
Es por esto que insisto en la importancia de que la escuela de gobierno se delegue a despachos competentes en este rubro de arquitectura, ingeniería y construcción. No dejarlo a la historia, que repito, es errónea, salvo los intentos de respetables arquitectos, que en su momento fueron innovadores y de alguna manera avanzaron, aunque ese avance no esté reflejado en las escuelas de hoy.
El mundo nos cataloga como una sociedad enamorada de su historia, México es un país naturalmente romántico. Eso es respetable y aceptable. Lo que no lo es, es quedarnos sin movimiento de progreso, de ver para varios lugares y aprovechar las nuevas tecnologías, las antiguas y eficientes maneras de edificar, la exploración con precisión, y más importante, el enfocar con total atención las necesidades de cada entorno. México es un país demasiado grande en territorio como para pensar que uno, tres, o diez diseños de aulas son suficientes; demasiado grande como para no enfocar esfuerzos en educar a los niños de hoy con congruencia con el mundo contemporáneo.
¿Además de arquitectos, que otros expertos podrían contribuir al diseño, construcción y planeación de escuelas públicas? ¿Cuáles podrían ser sus aportes?
Aarón: El arquitecto como coordinador del proceso creativo, matemático, social, político, ambiental y presupuestal de una obra también tiene la responsabilidad de implementar nuevas relaciones colaborativas para generar mejores espacios educativos. Es por eso que es importante trabajar en conjunto con sociólogos, antropólogos, diseñadores industriales, mercadólogos, economistas y todo tipo de ingenieros. A nosotros en Amorphica nos ha funcionado de manera exitosa trabajar de manera interdisciplinaria. Los aportes de cada actor siempre varían según la persona, sin embargo, la esencia de la colaboración es el momento de fusión entre disciplinas que el arquitecto solo no podría inventar. El arquitecto tiene la responsabilidad de intentar de ver más allá de la arquitectura y construcción, para no estancarse, para no repetir los errores, para siempre avanzar y progresar.
Roberto: Empezaría por decir que los expertos son los usuarios, las mismas comunidades. La educación exitosa es una alianza entre escuelas y padres de familia.
En el mundo del diseño de la escuela pública mundial los espacios se diseñan dentro de procesos de planificación, programación y diseño de involucramiento comunitario. Estos procesos son abiertos a los profesores, alumnos y padres de familia del sitio en el que se ubicará una escuela o se renovará.
Atendiendo de manera más directa el espíritu de la pregunta y hablando desde mi experiencia en Texas: existe un enorme rango de expertos que pueden y deben participar en la arquitectura escolar. Empezaría por el demógrafo; la escuela pública debe responder al crecimiento o reducción poblacional de una región. El demógrafo debe por razones de ética ser un profesionista independiente del proceso de diseño.
También interactúan planificadores de instalaciones educativas—como un servidor—pedagogos, arquitectos de paisaje y hasta expertos en acústica, música y deportes. Como planificador, me ha tocado incluso hacer equipo con estrategas y facilitadores de procesos comunitarios externos en comunidades en donde hay visiones distintas de lo que debe ser la escuela, para llegar a consensos sobre cuáles deben ser las prioridades y cómo deben ejercerse los presupuestos. Las edificaciones educativas en Texas, se construyen por referendo democrático en elección abierta, en donde básicamente a las personas de un distrito se les pide que voten si desean o no que les suban sus impuestos, para construir, ampliar o renovar un colegio.
Daniel: Los niños, padres de familia y maestros son los principales expertos en el tema. Si escucháramos más lo que tienen por decir, seguramente harían grandes aportes a la arquitectura. La intervención de pedagogos, psicólogos, antropólogos y sociólogos en los procesos de diseño sería también un gran soporte para que los objetos que se imaginen estén acorde a los sujetos que, según lo planeado, debieran habitar esos espacios.
En los casos de las Aulas para la equidad—los proyectos escolares que desde la UNAM realizamos en Xilitla y Sabino de San Ambrosio, con la participación de CONAFE—el aporte de y para estudiantes de arquitectura ha servido para acercar a los objetos arquitectónicos con los sujetos que los habitarán. A partir del trabajo que hemos hecho se han construido puentes entre comunidades.
Detalles de la Selección Oficial del Pabellón de México en Venecia 2016 / Parte 2
Detalles de la Selección Oficial del Pabellón de México en Venecia 2016 / Parte 3