En la segunda mitad del siglo XIX, Estocolmo ya insinuaba su condición de metrópolis. Su población se triplicó en menos de cien años y su situación sanitaria era deplorable hacia fines del siglo. En este marco y con las teorías higienistas en franca expansión, se entiende la necesidad de alejar los cementerios del centro de la ciudad. Es así como en 1915 se lanza un concurso para proyectar un cementerio en Enskede, un extenso bosque natural al sur de la ciudad. Dos jóvenes arquitectos suecos, Eric Gunnar Asplund y Sigurd Lewerentz lo ganan proponiendo conservar la foresta existente, superponiéndole un sistema de caminos y senderos que vinculan varios puntos singulares, materializados por capillas, jardines y edificios de servicio.
El proyecto del Cementerio tenía un sentido de relato, de narración, pautado por los senderos y por los focos: los jardines y las capillas. De este modo, el recorrido se convierte en una forma de conocimiento. Dijo Jorge Luis Borges que en los libros sagrados todo tiene un sentido preciso, que cada letra, cada palabra, ocupa un lugar que condiciona distintas interpretaciones para los iniciados. Este proyecto funciona como aquellos libros donde cada elemento tiene un significado determinado. La posición de cada elemento no es casual, sino que forman parte de un meta relato que da coherencia y unidad a todo el conjunto.
En Suecia es tradición cremar los cuerpos y enterrar las cenizas, por eso los cementerios cuentan con crematorios y con capillas mortuorias que sirven a los ritos de pasaje a la otra vida. Allí se realiza la ceremonia de despedida final. En estos ritos está presente la creencia del regreso a la naturaleza, del cuerpo que vuelve a la madre tierra y a través de ella, a los árboles, vínculo con el Cielo.
La Capilla del Bosque
Proyectada y construida por Asplund entre 1918 y 1920, este pequeño edificio en madera es una síntesis perfecta de cabaña escandinava y templo. El paradigma del templo occidental, el Panteón, es citado continuamente por el autor. La capilla se subordina al bosque y lo evoca con un gran tejado triangular; la volumetría prismática de la cubierta de tejas de madera es pura, sin ornamentos, molduras o cornisas. Solo la escultura de un ángel nos observa desde el tejado.
Las técnicas constructivas y los materiales son autóctonos pero con detalles y recursos que sugieren un profundo conocimiento de la cultura arquitectónica moderna. Algunos de estos recursos son su concepción como volumen puro, una franca tendencia a la abstracción y la casi total ausencia de ornamentos.
La transición del exterior al interior del edificio se realiza por el atrio, entre las columnas: un cielorraso bajo y opresivo recibe a los deudos antes de entrar al templo. Este espacio abierto pero techado está definido por estilizadas columnas toscanas que aluden a los troncos de los árboles que la rodean, pero que también refieren a la antigüedad clásica. Una vez adentro, el espacio se expande en una bóveda semiesférica blanca, iluminado por dos lucernarios cenitales, sin ventanas que distraigan, como en un pequeño Panteón. En el pavimento del piso, las lajas de piedras rústicas también dan cuenta de la antigüedad clásica. Un deambulatorio circular, formado por columnas clásicas estilizadas que concentran los únicos gestos decorativos, está inscripto en una planta casi cuadrada. Las columnas sostienen a la bóveda semiesférica y terminan de dar sentido a un sutil juego de relaciones entre la estricta geometría de la planta y la riqueza del corte. Como decíamos arriba, la organización de la planta y la secuencia de espacios recuerda a la del Panteón romano. En la planta se verifica que el mismo rectángulo que conforma al atrio, lo hace con la nave, pero girado 90 grados, con su lado más largo en la dirección del eje procesional. Los espacios de servicio de la nave le sustraen a ésta dos estrechas lonjas, así se termina de constituir el espacio central como un cuadrado donde se inscribe el círculo de las columnas. La trama de las lajas del piso refuerza la continuidad entre el atrio y la nave y la centralidad del espacio es remarcada por la fuente de luz cenital coincidente con el eje vertical de la bóveda. Queda así conformada una planta central que sirve a los ritos que se ofician en la capilla.
El espacio interior semiesférico, blanco y de resonancias clásicas queda disociado de la volumetría exterior prismática que hace referencia más explícita a la cabaña escandinava y a las iglesias en madera del norte de Europa, donde es el tejado quien define la forma general del edificio.
El cambio en la percepción espacial en la transición interior / exterior, reforzado por el trabajo con la luz y por la coincidencia entre el eje procesional y el compositivo, se logra al pasar del atrio bajo y oscuro al interior blanco y diáfano. Y es notable, a pesar de las reducidas dimensiones de la capilla.
Este recurso fue después utilizado por Asplund en su edificio más conocido,la Biblioteca Públicade Estocolmo (1924 / 1928). El acceso al espacio central se realiza a través de una estrecha escalera ascendente entre dos muros de estuco negro que desemboca en un espacio de vastas proporciones verticales e iluminado por altas ventanas.
Rosario, Argentina, mayo de 2012.
Carlos Candia arquitecto
Arquitecto: Eric Gunnar Asplund Ubicación: Enskede, Estocolmo, Suecia Año Proyecto: 1918 Fotografías: Usuarios de Flickr: Peter Guthrie, s_p_o_c, Mikael Stenström
