Situada en una colina con vistas a un lago, la Casa de Retiro Espiritual, diseñada por Emilio Ambasz el año 1975, se presenta como una hierática muy fuerte, sólo después de dar la última vuelta en el camino. Este sitio, una vez fue una prominencia sin árboles, ahora está rodeado de olivos.
Dos altos y ásperos muros con estuco blanco, se encuentran en un ángulo recto, creando una envolvente para la casa, y definiendo su entrada. Desde este acceso, unas gradas de auditorio de ancho cada vez mayor conducen a un patio cuadrado al aire libre en el que la casa se abre. El borde de unión de las paredes exteriores está orientado hacia el Norte, por lo que su balcón está sombrado y la luz que entra en la casa es moderada por el reflejo solar en los lados interiores de los muros. La orientación de las paredes refugian la casa de los vientos del norte.
La casa se centra en torno al patio cuadrado, al que dan todas las habitaciones, tal como en la tradición árabe-andaluza. Este patio cuadrado es una extensión al aire libre de los espacios de vida desde las paredes llenas de vidrio para permitir el movimiento libre entre el interior y el exterior. Una ambulatoria, orientada para estar siempre a la sombra, define el patio en los otros dos lados, y sirve como transición entre la casa y el patio.
El interior de la casa consiste, simplemente, en un gran espacio continuo, que se define por un lado por largas paredes sinuosas, con las diferentes áreas definidas por las cavidades lisas excavadas en el suelo y que hacen eco en el techo. Los muros perimetrales están bañados por una luz suave y difusa que desciende de los tragaluces. Todas las necesidades prácticas y los servicios (cocina, baños, almacenamiento, etc) están satisfechos por diversos contenedores colocados al lado de la sala de estar. Se descansa y se duerme bien en las zonas de vida o en los dormitorios de reposo, encerrados dentro de las paredes laterales. El segundo patio informal curvilíneo asegura una ventilación cruzada y permite un acceso más directo e informal hacia el exterior.
El balcón, es otra característica que recuerda a la arquitectura andaluza y un notable ejemplo de la artesanía regional, compuesto por más de 3.000 piezas: proporciona una vista conmovedora hacia el lago y el paisaje circundante. El conjunto de la casa y su balcón, aunque no por una intención consciente, recuerdan las siempre presentes torres andaluzas (Atalaya) que se utilizaban para observar los movimientos de las tropas árabes y de los piratas. Para acceder al balcón, se proporcionan dos escaleras metálicas en voladizo, diseñadas de manera que una invite a subir, y que la otra favorezca el descenso. En los altos muros, hay cascadas de agua en el pasamanos excavado, como surcos profundos. El agua, precipitándose hacia abajo, genera en la parte inferior de la escalera y en la parte central semicircular, una gran cantidad de sonido. Cuando el visitante sube a la terraza, donde el agua tiene su origen, el sonido se vuelve más tranquilo, hasta que parece estar totalmente silencioso.
La casa fue construida al aire libre, y luego la tierra se compactó en contra de sus muros para crear una berma que envuelve el total, aislando la casa. La técnica de construcción, tal como se practica por los constructores locales, es de hormigón y ladrillos: piso de hormigón; un revestimiento de fibra de vidrio, fundido en las costuras, envuelve por completo las superficies enterradas. Muros de doble piel con aislamiento y columnas esbeltas soportan una bóveda de concreto en varios lugares para ayudar a definir las áreas de estar.
Para mantener la casa fresca en el clima caluroso y seco del sur de España, ésta se aísla, cubriendo el techo con tierra, lo que la mantiene naturalmente fresca en el clima cálido. Además, integra el techo en la vegetación circundante.
Arquitecto: Emilio Ambasz
Ubicación: Cordoba, España
Arquitecto Asociado: Felipe Palomino Gonzalez
Maqueta 1: Nelusco Salvarani
Maqueta 2: Bradley Whitermore
Año Proyecto: 1975
Fotografías: Michele Alassio
