El modelo de vivienda social parece una utopía a día de hoy en España. Gobernados por promotores e inmobiliarias, e inmersos en una política de Estado que no atiende —ni ha atendido nunca— al problema de la vivienda.
Con el paso de los años, se ha promovido la idea de que alquilar una casa era casi delito, tirando un dinero que podrías gastar en comprar la propia vivienda. Bienvenidos al maravilloso mundo de la especulación inmobiliaria. Con alquileres desorbitados, cuyos precios son estipulados por la inmobiliaria o el particular de turno, bajo ningún tipo de regulación estatal/provincial que los controle, el propio sistema es el que empuja a la población a hipotecarse y formar parte de la promoción privada. Con más del 50% de la vivienda en régimen de alquiler en España, allá por la década de 1950, esas cifras quedan muy lejos del deterioro progresivo que nos trae hasta nuestros días: casi un 80% de la vivienda actual se encuentra en propiedad, reduciéndose al 20% la totalidad de inmuebles en régimen de alquiler.