“Los hombres . . . teniendo por naturaleza, a diferencia de los otros animales, el no caminar inclinados a la tierra, sino rectos y elevados para ver la magnificencia del cielo y astros; como también, hallándose aptos con sus manos y articulaciones para tratar fácilmente cuanto querían, empezaron unos a disponer sus techados de ramas. Otros a cavar cuevas a la raíz de los montes. Algunos imitando los nidos de las golondrinas y su estructura, con barro y lodo hicieron donde guarecerse. Otros finalmente, que observaban estos abrigos, adelantando un poco mas sus invenciones, iban de día en día erigiendo menos mal arregladas chozas: así, que siendo aquellos hombres de imitadora y dócil naturaleza, gloriándose cada día de sus invenciones, se enseñaban unos a otros las nuevas formas de las casas que levantaban; y ejercitándose los ingenios en estas emulaciones, las iban de grado en grado mejorando de gusto” [libro 2º: Capitulo 1: Las comunidades primitivas y el origen de los edificios. Vitruvio II, I, “Del principio de los edificios” ]
Algunas de las arquitecturas que han llegado hasta nuestros días, han seguido extraños derroteros, caminos inescrutables que nuestra mente curiosa intenta desvelar. Nos preguntamos por su origen sus precursores, sus influencias. Nos preguntamos por todo aquello que las ha dotado de una cierta configuración arquitectónica, de una morfología, de un lenguaje.
En nuestra sección de Arquitectura Popular investigamos construcciones tan particulares como “i trulli” del sur de Italia. Para dejar volar nuestra imaginación hasta tiempos remotos, para robar un retazo de Historia, para tratar de hablar su mismo idioma. [Más después del salto]