Las formas curvas siempre han despertado la fascinación de los arquitectos por referirse a la belleza de la naturaleza, su fluidez, su dinamismo y su complejidad. Sin embargo, replicarlas no es una tarea fácil. Desde su representación bidimensional o tridimensional, hasta la realización de formas orgánicas en materiales, esto representa una enorme dificultad, que requiere de experiencia técnica y gran conocimiento para lograr buenos resultados. Pensar en formas de crear procesos industriales para la producción de piezas con formas orgánicas, a partir de materiales naturales, es aún más complicado.
Sumado a esto, trabajar con un material natural como la madera tiene sus particularidades. La especie de madera, el lugar donde creció el árbol, los climas que enfrentó, cuándo se cortó, cómo se cortó o se secó, entre muchos otros temas, influyen en el resultado final. Pero es difícil comparar la belleza y la calidez que aportan las superficies de madera a los espacios interiores. Si se desarrollan los procesos adecuados, la madera también se puede curvar y mantener la forma deseada. Para esto, existen algunas técnicas conocidas.