Algunos diseños no construidos –las esperanzas reveladas y las razones por las que permanecieron sin construir– cuentan una historia poderosa. Esto pasa con la casa que Frank Lloyd Wright diseñó para Marilyn Monroe y Arthur Miller. O quizás, lo que pensamos que sabemos acerca de Marilyn, es lo que la hace tan conmovedora.
La unión entre un intelectual de vida tranquila y el símbolo sexual más grande del mundo era desconcertante para el público, y el conflicto entre sus aspiraciones y personalidades parece haber jugado en contra de sus planes para esta casa en Connecticut. Después de mudarse al refugio rural de Miller, Monroe le pidió a Wright que diseñara una nueva casa para ellos en este inmenso terreno.