El concepto de "ciudades esponja" ha ganado relevancia desde que fue introducido por el arquitecto paisajista chino Kongjian Yu, fundador de Turenscape, y fue adoptado oficialmente como una política nacional en China en 2013 para combatir las inundaciones urbanas. Este enfoque prioriza la infraestructura basada en la naturaleza como humedales, jardines de lluvia y pavimentos permeables, creando paisajes con suelo poroso donde las plantas nativas pueden prosperar con un mantenimiento mínimo. Cuando llueve, estos sistemas absorben y ralentizan el flujo de agua, reduciendo los riesgos de inundación. En contraste, las soluciones de drenaje tradicionales basadas en concreto y tuberías, aunque ampliamente utilizadas, son costosas, rígidas y requieren mantenimiento frecuente, a veces incluso haciendo que las ciudades sean más vulnerables a las inundaciones debido a bloqueos y desbordes.
Los ladrillos de vidrio han sido ampliamente utilizados en la arquitectura, convirtiéndose eventualmente en un elemento básico de los estilos arquitectónicos de los años 80. Algunos ejemplos de construcción con este material podrían ser la clásica "Maison de Verre" de Pierre Chareau y Bernard Bijvoet en París o la interpretación más moderna de Hiroshi Nakamura & NAP con la Casa de Vidrio Óptico en Japón. En los últimos años, los ladrillos de vidrio se están volviendo cada vez más populares, ya no relegados a estéticas más antiguas. En cambio, han evolucionado hacia elementos de diseño versátiles que aportan luz, textura y carácter a los interiores contemporáneos. Su capacidad para difundir luz natural y artificial mientras mantienen la privacidad ha reavivado el interés entre los diseñadores que buscan maneras innovadoras de mejorar los espacios interiores aprovechando la luz natural.
En 1975, Honduras estaba bajo un régimen militar que había estado en el poder durante más de una década, liderado en ese momento por el General Juan Alberto Melgar Castro. Durante este período, Tegucigalpa experimentó varios cambios grandes y sin precedentes. La afluencia de personas de diversas partes del país debido a la migración rural transformó la ciudad de un área urbana compacta en una metrópoli en expansión. Este crecimiento inesperado llevó al gobierno a implementar un esquema de desarrollo y planificación municipal, un proyecto que definiría el futuro de la ciudad y la evolución de su casco antiguo. Este artículo fue desarrollado con la colaboración del arquitecto hondureño Lisandro Calderón, quien se especializa en Planificación Urbana y es actualmente profesor en la Universidad Tecnológica Centroamericana (UNITEC), ubicada en Tegucigalpa, Honduras.
A pesar de su apariencia caprichosa, las casas en los árboles ofrecen una plataforma única para innovaciones estructurales y exploraciones de diseño. De hecho, las casas en los árboles tradicionales dependen de los troncos de los árboles para su soporte estructural, pero, para aliviar la carga soportada por el árbol, los proyectos contemporáneos a menudo introducen sistemas complementarios como pilotes buscando mantener su imagen mientras ofrecen soporte adicional. Una de las principales ventajas de elevarlas de esta manera es la reducción de la huella ambiental. Las casas en los árboles pueden diseñarse para dejar el suelo del bosque intacto, preservando ecosistemas de pequeña escala. Al liberar el suelo debajo, minimizan las interrupciones a la flora y fauna nativas, permitiendo que la naturaleza prospere sin ser perturbada. De manera similar, muchos profesionales de la arquitectura utilizan la topografía local para crear conexiones fluidas, incorporando rampas, escaleras o puentes que se integran con el paisaje. Estas soluciones no solo mejoran la accesibilidad, sino que también enriquecen la experiencia general creando un paseo arquitectónico que se extiende entre la casa en el árbol y sus alrededores.
Esta sensibilidad hacia el medio ambiente se refleja no solo en el diseño estructural, sino también en la cuidadosa selección de materiales. El uso de materiales naturales como la madera, también ayuda a que la estructura se fusione con su entorno. Algunos diseñadores han ido más allá empleando materiales alternativos como paneles espejados para reflejar el bosque circundante y ocultar completamente la presencia de la casa en el árbol, demostrando que la elección del material puede contribuir a crear un proyecto que se sienta como una extensión de su entorno en lugar de una imposición sobre él. Esta colección destaca ejemplos notables de Suecia, Dinamarca, Indonesia y Francia, mostrando sus diversos enfoques.
Tegucigalpa, la capital de Honduras, ofrece una mezcla dinámica del patrimonio arquitectónico del país con paisajes montañosos. Sin embargo, al igual que muchas otras ciudades de América Latina, enfrenta desafíos urbanos significativos como las disparidades de clase social y un tejido urbano fragmentado. En respuesta, han surgido varias iniciativas de diseño a lo largo de los años para abordar estos problemas. Uno de los ejemplos más destacados es la "Villa para Niñas", diseñada por la firma guatemalteca Solis Colomer Arquitectos, que ahora se ha ampliado para incluir una "Villa para Niños" desde 2017. Estos proyectos están dirigidos a niños de familias de bajos ingresos que a menudo enfrentan el riesgo de ser reclutados por pandillas. Juntos, construyen sobre un legado arquitectónico que ofrece un entorno seguro y de apoyo para crecer y aprender.
Un vistazo por muchas de las ciudades de América Latina revela notables similitudes entre países, desde México hasta Argentina. La mayoría de las ciudades tienen un área bien definida conocida como "El Centro", anclada por una plaza principal (Plaza Mayor), flanqueada por una iglesia de un lado y edificios clave como el ayuntamiento del otro. Esto no es una coincidencia, ya que se puede rastrear hasta un sistema de planificación urbana establecido durante la colonización española de las Américas en los siglos XVII y XVIII, proporcionando directrices estandarizadas para el diseño de ciudades en sus virreinatos. A diferencia de las colonias francesas e inglesas, los asentamientos españoles se adhirieron a regulaciones que contribuyeron a la aparición de una identidad urbana compartida, con ciudades que mostraban una lógica espacial similar y cohesión arquitectónica a pesar de las diferentes escalas y contextos.
La arquitecta hondureña Ángela Stassano está contribuyendo al paisaje arquitectónico de Centroamérica con su investigación aplicada sobre diseños bioclimáticos. Con sede en San Pedro Sula, Honduras, sus proyectos se basan en técnicas patrimoniales locales para abordar las necesidades de los ambientes tropicales cálidos y húmedos. Stassano ha desarrollado su experiencia a lo largo de más de 30 años de investigación práctica, que culminó en una guía de arquitectura bioclimática que describe sus métodos de construcción en esta región. Uno de sus proyectos más notables, Las Casitas, es un complejo residencial que encarna esta investigación. El proyecto incluye múltiples casas tropicales energéticamente eficientes que aprovechan el clima local, lo que resulta en bajos costos operativos y de energía.
Cuando pensamos en espacios que fomentan la meditación, nuestras mentes a menudo viajan ya sea a los jardines zen de Japón, donde las líneas limpias y el paisaje cuidadosamente arreglado invitan a la quietud, o a los diseños escandinavos con tonos neutros y telas suaves. Estos estilos evocan un sentido de calma a través de la simplicidad, por lo general visto como una característica de los estilos arquitectónicos japoneses y del norte de Europa. Sin embargo, la tranquilidad y la meditación no están restringidas a estos tipos de entornos. Las tradiciones arquitectónicas de América Latina también ofrecen enfoques poderosos, aunque a menudo pasados por alto, para espacios meditativos. Con tonos terrosos de terracota, texturas de adobe rugosas, patios íntimos y una fuerte conexión con la naturaleza, estos entornos invitan a la reflexión a través de la calidez y la riqueza material, creando espacios que son relajantes sin ser sobrios.
En las primeras décadas del siglo XXI, Honduras experimentó niveles más altos de crimen y violencia en comparación con sus otros vecinos centroamericanos. Esta situación hizo que el país fuera en gran medida evitado por la mayoría de los visitantes e inversores. Sin embargo, no impidió que Tegucigalpa, su capital, experimentara una explosión de desarrollos residenciales y de oficinas que actualmente están remodelando su horizonte. Definida por una topografía única y un clima tropical, la ciudad sirvió como campo de pruebas para los principios urbanísticos modernistas que contribuyeron a la transformación de un pequeño pueblo minero en una de las metrópolis más grandes de Centroamérica.