Se sabe que Barragán no era alguien a quien le interesara teorizar sobre su obra. Más bien prefería que otros fueran los que trataran de interpretar su quehacer arquitectónico. Sin embargo, de los pocos textos que llegó a realizar con el fin de exponer sus ideas profesionales, hay uno que resulta muy interesante.
Teniendo a Tlaquepaque y Tonalá, dos centros alfareros de gran importancia como vecinos, Guadalajara se convirtió por rebote en un epicentro para la promoción y comercialización de la artesanía. Así, en 1963, el gobierno de Jalisco decidió desarrollar un espacio para promocionar la obra de artesanos de todas las regiones del Estado.
La fundación de la primera Escuela de Arquitectura de Guadalajaraes una historia que se suele contar como un acto casi ‘heroico’ al volverla realidad luego de años de intentarlo. Cuando se logran conjuntar una serie de eventos afortunados se consigue darle a la capital de Jalisco esa independencia creativa, arquitectónica y urbana. Contando con sus propios profesionistas que construyeran una mejor Guadalajara.
Eric Coufal Impartiendo Dibujo. Aparecen de izq. a der. Alejandro Zohn, Alfonso Jaubert, Carlos Guillermo Orozco, André Bellón, Humberto Macías y Job Henández Dávila. Fotografía: Libro. La fundación de un sueño. Image Cortesía de coolhuntermx
Este artículo forma parte de una colaboración con el sitio web coolhuntermx, fue originalmente publicado con el título "La Bauhaus Tapatía."
Una especie de Bauhaus, es como Mathias Goeritz, en pocas palabras, trata de convencer al arquitecto y teórico italiano Alberto Sartoris de venir a México. En 1950, a través de cartas, lo invita a ser profesor del proyecto al que él mismo fue atraído y que le emocionaba bastante. La primera Escuela de Arquitectura de Guadalajara, fundada en 1948 por Ignacio Díaz Morales.
El mote de “haber construido media ciudad” a veces suele ser un término exagerado cuando hablamos de arquitectos que realizaron una gran cantidad de obra. El caso de Julio de la Peña, en realidad no es algo tan fuera de lugar. No sólo por la cantidad de obras sino por lo emblemático que estas son para Guadalajara.
En tiempos recientes solemos ver al jardín como un espacio donde suele haber vegetación variada, con cierta belleza por su variedad de colores, tamaños, texturas y aromas, que puede encontrarse en algún espacio de nuestros hogares, o de menos algunas partes de la ciudad.
Pero es poco común que nos planteemos ciertas preguntas y reflexiones acerca de este lugar que consideramos ordinario; ¿desde cuándo hacemos jardines? ¿tiene alguna influencia en nuestras vidas? ¿puede de algún modo reflejar aspectos de la sociedad en que vivimos? o ¿cómo son los jardines que necesitamos en la actualidad?; sólo por plantear algunas.
En torno a la Casa Orozco existe una discusión sobre quién es el autor auténtico de esta obra. Luis Barragán o José Clemente Orozco. Y aunque sabemos que uno claramente se dedicó a la arquitectura, la respuesta no es tan obvia. Orozco regresa a México en 1934 por invitación del Gobierno de la Ciudad de México luego de haber vivido por 7 años en Nueva York. El encargo fue pintar un mural dentro del Palacio de Bellas Artes. Entonces, el Gobierno de Jalisco, se suma y le pide lo mismo al artista pero para tres edificios públicos de la ciudad de Guadalajara.