-
Arquitectos: Ambrosi I Etchegaray
- Área: 900 m²
- Año: 2018
-
Fotografías:Jaime Navarro, Sergio López
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Tras encontrar brotes de la especie Guaiacum coulteri, en peligro de extinción y endémica, la Fundación Casa Wabi creó un vivero para el cuidado y reproducción del Guayacán. El Vivero de Guayacanes se encuentra al ingresar al área de Casa Wabi, junto a la entrada. Es el primer pabellón por ubicación y la cuarta intervención dentro de este complejo. Sin embargo, por su condición de estar semienterrado y rodeado de vegetación, puede pasar desapercibido.
Toca un árbol por la noche. ¿Qué te dice?
Ahora pon el oído sobre el tronco. ¿Qué escuchas?
Hazlo de nuevo por la mañana, durante la estación de lluvias, en los meses siguientes y durante la estación de sequía. ¿Cuál es la diferencia?
¿No es evidente que todo está cambiando?
¿Que todos debemos transitar entre el calor y el frío, entre el agua y la sed, entre la presencia y el vacío, entre la vida y la muerte?
De estos inicios y resistencias, nace la arquitectura wabi-sabi de Pabellón Guayacán. La obra es una expresión de la materialidad y del espacio mismo, donde la arquitectura, desarrollada por la oficina de Ambrosi Etchegaray, concibió un vivero que en su tránsito por el espacio y el tiempo se beneficia de su deterioro o de su asimilación al paisaje, a la naturaleza, origen de todas las cosas. Con un uso mínimo de materiales, encuentra su máxima expresión en presentar y nutrir al "Guaiacum Sanctum L. Zygophyllaceae", coloquialmente conocido como Guayacán, es un árbol endémico incluido en la lista de especies en peligro de extinción de la Semarnat.
Con el propósito de proteger a la especie, Casa Wabi, con apoyo de la Unidad de Manejo Ambiental (UMA), decidió crear un vivero para el cuidado y reproducción del Guayacán. Un proyecto que, desde su inicio, los autores entendieron que el arquitecto sólo sería un medio para las expresiones que la naturaleza ofrecía, por lo que concibieron un nuevo vivero que invita a los usuarios y visitantes a descender a los senderos resultantes bajo el nivel del suelo que permiten una interacción más cercana a los árboles para percibir la temperatura, la humedad del ambiente, el flujo del aire y la relación entre las especies y el agua subterránea.
A través de una belleza imperfecta y elegancia en la austeridad, el pabellón se abre con una gran sombra que funciona como umbral de entrada y a la vez genera un lugar de descanso para los trabajadores y visitantes donde el sol, el agua y el aire se hacen evidentes y nos invitan a observar el Guayacán de cerca, a conocerlo o reencontrarnos con él en un entorno que expresa la profundidad, emoción, inteligencia y misticismo. Uno sigue caminando por los semilleros que se suceden sobre una secuencia de mesas de trabajo cuya forma son los restos de la excavación. A través de este cambio de nivel, donde la ética busca el cuidado del medio ambiente así como el respeto a quienes ahí laboran, el personal encargado de los plantíos reduce significativamente el esfuerzo físico al limpiar y cuidar los nuevos árboles sobre las mesas de trabajo y evitar agacharse para trabajar en el suelo. Pabellón Guayacán es sin duda una obra de arquitectura contemporánea que apuesta por una estética, el entorno, el paso del tiempo y el cuidado de nuestra tierra.