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Arquitectos: Beals Lyon Arquitectos
- Área: 4115 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Pablo Casals Aguirre, Beals Lyon Arquitectos
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Proveedores: Nuprotec
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La primera línea del Metro de Santiago se inauguró en 1975; desde entonces, se han construido otras cinco líneas como parte de un proceso de expansión continua que busca unir el centro de la ciudad con barrios periféricos que de otro modo estarían desconectados.
Chile es un país con altos niveles de desigualdad y Santiago es una ciudad segregada. Como servicio público, el sistema de Metro es fundamental para conectar zonas apartadas y marginadas, acercando sus múltiples barrios y habitantes al centro de la ciudad. A pesar de la reciente crisis social, donde Metro se situó al centro del malestar debido al alza en el costo de sus boletos, su infraestructura persiste como símbolo de integración social. El proyecto juega un papel dentro de esta red más amplia, como agente de transformación social, tanto a nivel físico como simbólico.
Con este proyecto, ubicado en el corazón de ese centro, Metro implementa una nueva estrategia de intervención urbana, la que propone la construcción de edificios sobre sus estaciones. Este giro busca resguardar la continuidad del tejido urbano, mitigar impactos negativos y, finalmente, asumir el rol que tiene su infraestructura como generadora de espacio público, capaz de integrarse de manera continua con el tejido histórico y la vida de la ciudad.
El nuevo hall urbano que construye esta estación a nivel de calle busca traer a la superficie algo del ambiente de lo que pasa baja tierra, y viceversa: una suerte de gruta artificial que sirve de umbral al mundo subterráneo. Dos tipos de bóvedas de distinto ancho componen la estructura que contiene este vacío cavernoso, las que se construyen mediante la combinación y ensamblaje de módulos menores de encofrado de doble curvatura.
El zócalo de hormigón que contiene la gruta es masivo y resistente, de manera que pueda soportar la intensidad y fricción de la ciudad. El volumen superior en cambio, se descompone en piezas más delicadas y esbeltas: una sub-estructura de pilastras de hormigón y una doble piel de vidrio y alabastro que entrega una apariencia opaca y pétrea desde el exterior, pero que permite el ingreso de luz natural a la planta libre en todo su perímetro.
Al anochecer, las fachadas de alabastro se iluminarán desde el interior. El volumen, antes opaco, se transforma entonces en una suerte de lámpara urbana, anunciando con un brillo tenue y difuso, la condición pública y abierta del edificio.
Este edificio es usado diariamente por miles de personas para trasladarse desde la periferia, generalmente poco integrada y con insuficiencia de servicios, al centro histórico. Cuando desembarquen aquí, este será el primer lugar desde donde podrán participar de la vida pública en la ciudad y reconocer parte de los iconos más representativos de Santiago.