La vivienda cooperativa o covivienda es un modelo habitacional que permite impulsar el acceso a la vivienda en las ciudades. Este modelo comenzó a desarrollarse en países como Dinamarca o Uruguay y es cada vez más popular en Europa. Tal es así que, hace ya algunos años, llegó a Barcelona y desde entonces no ha parado de expandirse por la región, traspasando los límites de la Ciudad Condal. A continuación, explicaremos en qué consiste el modelo de covivienda en Barcelona y cómo aporta a una arquitectura más democrática para los ciudadanos.
En Barcelona el problema del acceso a la vivienda no es menor. La misma presenta un bajísimo porcentaje de vivienda asequible y una media de precio de alquiler que ronda los 17€ por metro cuadrado, un número elevado. Por tanto, hay una necesidad inminente de la población y de las administraciones de encontrar alternativas que aporten soluciones ante esta situación.
En esta búsqueda nace una iniciativa que se escapa del binomio “alquilar o comprar”: la creación de viviendas cooperativas o coviviendas. Estos proyectos son impulsados por cooperativas de viviendas, entidades sin ánimo de lucro basadas en grupos de personas – miembros o socios – que se unen para compartir las necesidades de una propiedad, para acceder a una vivienda con condiciones de calidad notables a un coste reducido, o al menos inferior al del mercado.
El modelo funciona mediante la cesión por parte del Ayuntamiento, o de un propietario privado, de una finca o un solar en desuso a una cooperativa, que desarrollará y construirá un proyecto de viviendas y, posteriormente, también lo gestionará. Los miembros o socios depositan una entrada y pagan mensualmente una cuota por el uso de su casa, la cual se concibe como bien de uso y no de inversión. Sin ser propietarios ni arrendadores, vivirán en el edificio por un amplio plazo de tiempo, usualmente de 50 a 100 años. Finalizado este período, la propiedad de lo construido pasa a ser municipal, manteniendo la titularidad pública del suelo.
Todos los proyectos de covivienda deben proveer una cierta cantidad de espacios que promuevan la vida en comunidad y el uso compartido de infraestructuras. Desde el año 2014, el Ayuntamiento de Barcelona trabaja para la causa lanzando, progresivamente, concursos para firmar la cesión de solares municipales para construir promociones de vivienda cooperativa.
No obstante, no cualquiera puede acceder a estas viviendas. Las mismas tienen calificación de protección oficial, lo que significa que, para acceder a ellas, los cooperativistas deben estar inscritos en el registro de solicitantes de vivienda y deben cumplir con sus requisitos: ser personas empadronadas en Barcelona con recursos económicos limitados, no tener ninguna otra propiedad y encontrarse en dificultades para acceder a la vivienda de mercado.
¿Y qué tiene que ver esto con la democratización de la arquitectura? La respuesta está en la calidad del diseño arquitectónico de estos proyectos. El diseño de los espacios, los materiales elegidos, los criterios de distribución, ventilación e iluminación, juegan un rol muy importante en la concepción de estos proyectos. Las propuestas que se presentan en los concursos deben tener en cuenta criterios sostenibles y medioambientales, criterios de confort acústico y eficiencia energética.
Tal es así que el edificio La Borda, diseñado por la cooperativa de arquitectos Lacol, uno de los dos primeros proyectos de covivienda en Barcelona, fue ganador del premio Mies Van der Rohe 2022 - el galardón de arquitectura más significativo de la Unión Europea - en la categoría “emergente”. Otros ejemplos a remarcar son algunas de las viviendas llevadas a cabo por la cooperativa Sostre Cívic, como el edificio Princesa49, diseñado por los arquitectos Joan Barba Encarnación, Ángel Martín y Daniel Molina; o el edificio La Balma, en cuyo diseño también participó la cooperativa Lacol en equipo con el estudio de arquitectura LaBoqueria.
Existe una implicación de manera activa de los miembros de la cooperativa, futuros usuarios, en el desarrollo de las diferentes fases del desarrollo de estos proyectos. Los mismos toman decisiones en forma colectiva sobre el diseño, convirtiéndolo en un proceso democrático.
Las cooperativas de viviendas han llegado a Barcelona para quedarse y son un vivo ejemplo de una arquitectura democrática. La buena arquitectura no debe ser un lujo al que puedan acceder solo algunos privilegiados y las coviviendas nos demuestran cómo esta puede – y debe – estar al alcance de todos los habitantes de la ciudad.
Este artículo es parte de los temas de ArchDaily: Tendencias urbanas y de la vivienda. Cada mes exploramos un tema en profundidad a través de artículos, entrevistas, noticias y obras. Conoce más sobre nuestros temas. Y como siempre, en ArchDaily valoramos las contribuciones de nuestros lectores. Si quieres postular un artículo o una obra, contáctanos.