En medio de uno de los más áridos desiertos del mundo, se emplazan los acueductos de Nasca. Estos conforman un sistema hidráulico, desde casi dos mil años, de avanzados conocimientos geológicos e hidrológicos, que permiten obtener agua tanto para consumo humano como para la agricultura, generando fértiles oasis en el desierto. Los Acueductos de Nasca, representan un sistema hidráulico único en América, tanto por su característico diseño, técnica constructiva, localización y función. Estos son un testimonio excepcional de la alta capacidad del hombre de la antigüedad de superar condiciones adversas, cuyas soluciones podrían aplicarse a la problemática climática de nuestro tiempo.
Los Acueductos de Nasca se ubican en la provincia de Nasca, en la cuenca del río Grande en el departamento de Ica, Perú. Donde el río es caracterizado por conformarse únicamente de las precipitaciones que ocurren en las montañas de los Andes centrales, por lo que solo suele durar de diciembre a marzo (3 meses) de cada año. Debido a la escasez de agua que esto origina en la región, los pobladores de la antigua cultura Nasca, lograron utilizar el agua de la napa freática del subsuelo, mediante la innovación tecnológica que dio origen a los acueductos subterráneos. (Negro, 2018)
Para desarrollar el sistema hidráulico de Nasca, se requirió de un gran manejo y conocimiento del clima, lugar y el agua en sus condiciones particulares. Los acueductos de Nasca están conformados por un conjunto de galerías filtrantes independientes que se emplazan de manera paralela al curso de los ríos en los valles de Nasca, Taruga y las Trancas. Estas captan el agua del subsuelo, conduciéndola a la superficie por tramos subterráneos y abiertos, hasta almacenarla en reservorios (gochas) para su posterior gestión y distribución. Los materiales usados para la construcción de esta maravilla de ingeniería ancestral son la piedra en laja para las cubiertas, canto rodado para las paredes, madera de Huarango y material terroso.
En su construcción se han identificado dos técnicas: una a tajo abierto y otra en socavón (Schreiber y Lancho 2006). La primera consiste en excavar una zanja horizontal abierta, hasta interceptar el nivel freático subterráneo, logrando conducir el agua a través de la zanja hasta un reservorio (Negro, 2018). Estas zanjas tienen una dimensión promedio de 1 metro de ancho en la base, logrando llegar hasta los 10 metros en la superficie, por lo que cuentan con escalonamientos laterales para facilitar el acceso a los canales de agua. El recorrido de las zanjas suele tener curvas sinuosas, las cuales sirven para controlar la velocidad con la que viaja el agua. Los muros que delimitan las zanjas cumplen la función estructural de muros de contención, siendo ligeramente inclinados hacia el exterior para evitar derrumbes.
Por otro lado, la técnica de socavón presenta dos variables: las galerías de zanja rellenadas y las galerías de socavón. Estas se diferencian en el proceso constructivo. La primera fue construida como un canal a cielo abierto y posteriormente techada con lajas de piedras, troncos de árboles (Huarango) y material terroso. Estas galerías miden en promedio entre 100 y 300 metros, siendo algunas incluso mucho más largas pasando por debajo del curso actual de los ríos. La segunda variante representa el diseño más complejo, debido a que fue construida como un túnel en el subsuelo. Ambas variables de galerías fueron construidas con “ojos” o “chimeneas”, con el fin de realizar mantenimiento y cargar con la presión atmosférica al acueducto para mantener el régimen de flujo de agua uniforme.
Las chimeneas son las más reconocibles debido a su particular forma helicoidal cónica, las cuales se ubican en distancias variables entre 5 y 20 metros siguiendo el curso de las galerías. Estos respiraderos de sección troncocónica pueden llegar a alcanzar los 15 metros de profundidad. A diferencia del diámetro para acceder a las galerías subterráneas, que no suele exceder de 1 metro.
A pesar de que la costa del Perú fue un territorio difícil de habitar debido a su extrema aridez, la antigua sociedad Nasca logro conformar un sistema hidráulico capaz de permitir la obtención de agua no solo para consumo humano, sino también para irrigar los campos de cultivo durante todo el año. Este sistema ha sido utilizado de manera permanente por las sociedades que sucedieron a sus constructores, estando en funcionamiento hasta la actualidad. Por lo tanto, los Acueductos de Nasca sientan una base de conocimientos y herramientas que pueden emplearse para solucionar los problemas relacionados con la escasez de agua de nuestros tiempos.
Fuente: Acueductos de Nasca, Ministerio de Cultura del Perú 2019
