Fanzines de arquitectura en Chile: pequeñas utopías autogestionadas entre 2005 y 2021

Publicar arquitectura es una necesidad de la misma para ser comprendida como tal. La ausencia de este acto la transforma en un quehacer sin preguntas públicas, con muchas prácticas privadas. Sin embargo, su presencia abre un campo que permite traducir un lenguaje material a uno escrito, reformulando los discursos que emergen de este escenario. Entre las más “pequeñas” se encuentran los fanzines, publicaciones que emergen de la voluntad de autogestión y la materialización a bajo costo y tiraje, capaces de adaptarse a diversos contenidos, adquiriendo forma de cuadernillo o incluso de papeles plegados.

La posibilidad de juego del fanzine ha despertado una creciente popularización en Chile, manifestándose en su incorporación en la XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile en 2019. Si bien las nociones sobre este medio anteceden a este evento, hay un vacío sobre sus características que obligan a hacer preguntas de construcción sencilla, casi ingenuas, las que interrogan al fanzine sobre las singularidades en que se produce, pero que su discusión devela la red invisible que se ha tejido entre quienes, sin saberlo, ya se conocían.

Con un simple intento de traducción (fan = fanático y zine = revista) se puede intuir que hay algo de obsesivo en su aproximación a la arquitectura. Esta forma de vinculación apasionada difiere mucho sobre la audiencia de las publicaciones académicas. El receptor ya no es el último eslabón de una triada habitual de emisor, mensaje y consumidor, sino más bien un elemento dialogante que participa en la construcción del contenido. Su rol no queda limitado al intercambio, porque es además creador de nuevas ideas al interpretar y llenar los silencios que se presentan en los ejemplares. 

La calidad alternativa que adquiere este público es parte también de la lógica en que funciona la producción de fanzines. Si pensamos en una estructura tradicional, las responsabilidades se encuentran delimitadas y jerarquizadas, pero en este tipo de publicaciones el editor escribe como también diseña, imprime o sube un post. Estos roles que se diluyen, transforman y colectivizan sin un tiempo, objetivos, ni decisiones estables ni permanentes, repercuten en la periodicidad de las ediciones, produciendo una engañosa muerte, un eterno revival. 

La falta de límites, que a veces se traducen en restricciones autoimpuestas, permite explorar con facilidad un sinfín de recursos gráficos y escritos que trascienden de la lógica de complementariedad entre texto/imagen, siendo protagonistas tanto en conjunto como en su individualidad en el diseño editorial del propio soporte. Time to make, time to take in es como Shannon Mattern definió el proceso de lectura de un fanzine, una experiencia estética reflexiva que involucra, como bien lo indica, tiempo. Un tiempo que traspasa la del ejemplar para ser un exploración continua de materiales, papeles, palabras, grosores, pesos, texturas y digitalidades que cambian entre cada edición. 

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© Paula Sagristá

Plantearse desde esta espontaneidad trae de por sí una presencia intermitente de ediciones, las que aparecen y desaparecen en el traspaso mano a mano de ejemplares. Aún con esta fragilidad, la relevancia que adquirió este medio en los últimos años obliga a perseguir las publicaciones que han creado una agenda propia paralela a las revistas y libros, las que poco a poco han sido invitadas a inmiscuirse en instancias reconocidas entre los arquitectos. Si miramos el panorama chileno, encontraremos un escenario de casi quince años (entre 2005 y 2021) en que se encuentran 25 proyectos editoriales, los cuales con un one-hit wonder o ediciones periódicas, alcanzan el centenar distribuido en las ciudades de Antofagasta, Santiago, Valparaíso, Concepción y Valdivia.

Un volumen considerable de ediciones permite trazar algunas coincidencias: una discusión común en que la palabra es empeñada por un grupo de autores jóvenes conformado por estudiantes y arquitectos de corta trayectoria. Sin tener la experiencia de los años, han podido publicar, incluso en más de una ocasión, desde una estructura tan desprejuiciada que el nacimiento de un fanzine abre un nuevo espacio de colaboración para quienes ya tenían los propios. Aparecen personajes como Mario Ormazábal, fundador del fanzine Arquitectura Ahora, comentando en La Sala de Prensa y REA, o Ignacio Rivas, miembro del Grupo Toma, participando en Mil Metros2 y La Sala de Prensa, mientras escribe sobre vivienda en otro zine.

No es de extrañar que la juventud de los participantes venga acompañada de temas con ese mismo tono. Los discursos que se levantan están relacionados a un cuestionamiento del ejercicio profesional, con ediciones que se preguntan sobre cómo hacer escuela en arquitectura u otros que derechamente plantean nuevos vínculos colaborativos de trabajo. Paralelamente a estas reacciones, surgen un gran número de fanzines que manifiestan el interés de hablar de arquitectura sin hacerlo directamente, utilizando recursos ajenos que le pertenecen a otras prácticas artísticas.  Lo particular también puede decir mucho, y en esa dirección se presentan ediciones únicas que demuestran el creciente interés de validación, arquitectas y arquitectos que no esperan un llamado para reflexionar sobre sus proyectos. 

Una segunda lectura de estas elecciones discursivas nace con las referencias temporales: clipping de noticias, fechas de publicación o hashtag populares van entregando un carácter de actualidad a los fanzines, pero sobre todo de reactividad. Una fotografía de Camila Vallejo en portada para hablar del movimiento estudiantil en 2011 o una noticia falsa sobre la Villa San Luis para denunciar la compra irregular de terrenos sociales en 2015 en Las Condes, son recursos que, rozando en la humorada, abordan problemas nacionales sin esperar el tiempo para digerirlos. 

Veloces ante los estímulos que los despiertan de esas pausas que hacen presumir su muerte, el fanzine propone que la frecuencia no es un valor, mientras que la resistencia en el tiempo sí. Beatriz Colomina los describía como pequeñas utopías, y algo de eso se comparte, sin embargo, no es por la distancia con la producción arquitectónica conocida como se pueden interpretar de esas palabras, si no más bien por ese ejercicio constante de emociones que si lo desafía. Son esos textos sin imágenes de borde a borde en rojo, son el juego de temporalidades que se divide entre la efervescencia de un texto y los collages pegados con stick-fix que lo acompañan, es esa comunidad que lee, escribe y comenta distribuyéndose en diversos proyectos, son esas formas rebuscadas para hablar de lo mismo, otra vez, de nuevo y siempre.

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Cronología de fanzines de arquitectura seleccionados y publicados desde los años 70 hasta 2021. Image © Paula Sagristá

One publishes to find comrades! es la frase de André Breton que se roba para justificar lo innecesario, la decisión de seguir hablando de fanzines dejando de lado la dureza del paper, y arrimarse a la calidez de un bar con plantas falsas, luz tenue y videos musicales de George Michael. Eso es Folio. Un proyecto de tres amigos, Beatriz Coeffé, Christian Fierro y Paula Sagristá, que solo los une conversar sobre publicaciones, buscando una forma de seguir hablando sobre ellas con otras personas.

De la simpleza de esas palabras hay una página web compleja que reúne una colección de más de 100 números de fanzines de arquitectura y ciudad, que resguarda con cariño, pero también con bastante obsesión, publicaciones —por el momento— desde 1973 hasta el presente año, catalogando lo que parecía difícil de domesticar. En un proceso largo de correos, llamadas, DMs, escaneos, Excels, Google Forms y ediciones, nace una plataforma que permite leer cada uno de los fanzines, entender su germen, conocer a los autores, guiarse por hashtags para buscar temáticas particulares, e incluso citar cada una de las ediciones. Una propuesta que contrasta con lo juguetón del rosado y verde fosforescente que visten la página, pero que es un intento de seriedad para hacer del fanzine una fuente común y corriente.

Folio es también un ejercicio de emociones. Un espacio latente que se presenta humilde a recibir colaboraciones. No juzga ni restringe. Solo recibe y celebra cada uno de los fanzines y a sus autores, sabiendo que quienes envían sus ejemplares están hechos con la misma resma. 

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Sobre este autor/a
Cita: Paula Sagristá Hernández. "Fanzines de arquitectura en Chile: pequeñas utopías autogestionadas entre 2005 y 2021" 22 mar 2022. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/978858/fanzines-de-arquitectura-en-chile-pequenas-utopias-autogestionadas-entre-2005-y-2021> ISSN 0719-8914

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