Hoy en día, el rol de los arquitectos y arquitectas excede los límites de la construcción alcanzando campos muchas veces impensados, pero que así todo, demuestran tener una estrecha relación con la profesión. Si nos retrotraemos en el tiempo, lo cierto es que múltiples edificios, viviendas, monumentos y hasta ciudades se han levantado de manera intuitiva sin planes urbanísticos o arquitectos de renombre de por medio. Sin dudas, los arquitectos y arquitectas de hoy estamos ante un gran desafío que va más allá de demostrar nuestras habilidades y conocimientos, y se extiende a otras áreas que nos involucran, pero aún no lo sabemos. Nos preguntamos entonces ¿cuál será el perfil del arquitecto del futuro?
La aldea medieval llamada Campanópolis se ubica a unos 30 km de la Ciudad de Buenos Aires, en González Catán, Partido de la Matanza. Se presenta como un ejemplo de arquitectura sin arquitectos y sin edificios habitados ya que, de hecho, sus construcciones parecieran revestir un carácter más escultórico, pero con forma arquitectónica. Se trata de la primera ciudad con espíritu medieval de Latinoamérica, constituyéndose como parque histórico, ecológico, cultural y temático.
Antonio Campana, un empresario supermercadista y productor de alimentos en conserva, compró en 1977 las 200 hectáreas de aquella zona rural con llanuras, bosques selváticos, ríos, arroyos y lagos para llevar adelante una casa de fin de semana y un emprendimiento agrícola. En 1985, luego de conseguir que la dictadura le devolviera las tierras que le habían sido expropiadas por el CEAMSE (Cinturón Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado), le fue diagnosticado cáncer y fue entonces cuando decidió comenzar la construcción de esta aldea tan particular en tierras que durante años se habían convertido en un depósito de residuos.
Junto a un grupo de albañiles que armó con los vecinos de la zona, Antonio proyecta y construye sin contar con conocimientos arquitectónicos una aldea con mezcla de estilos en medio de los bosques que él mismo sembró y rompe los moldes de la construcción, construyendo lo nuevo en base a lo viejo.
Un complejo donde conviven construcciones de estilo medieval, pasajes curvos con adoquines y durmientes como salidos de un pueblo europeo del siglo XV, viviendas de cuentos de hadas, un molino de viento holandés, una locomotora con vagones y una capilla colonial, etc. Entre uno de sus sitios más interesantes, se encuentra el Museo de las Rejas o Ferroteca, donde se exhiben diferentes tipologías de rejas de hierro forjado, arañas colgantes, vitreaux, objetos antiguos y también piezas de arte.
La preservación de la naturaleza fue uno de los aspectos que más se tuvieron en cuenta a la hora de construirla ya que, de hecho, se encuentra en una de las reservas naturales más grandes de la provincia de Buenos Aires contando con más de 100 mil árboles y especies vegetales distintas. Campanópolis se alzó del reciclado y la reutilización de materiales de demoliciones.
Se preservaron objetos de gran valor histórico como ser las gradas descartadas para la reconstrucción del estadio de Argentinos Juniors, elementos de las demoliciones de la ampliación de la avenida 9 de Julio o materiales del siglo XIX de las reformas del Hipódromo de Palermo y las Galerías Pacifico. A su vez, se resignificaron objetos como tejas en las paredes, puertas ciegas, rejas que no separan ni dividen espacios, escaleras hacia la nada misma, entrepisos de rejas, baldosas colocadas de reverso, entre otros.
¿Pero por qué esta aldea nunca fue habitada? Tal vez la intervención de arquitectos o urbanistas hubiera logrado la creación de espacios habitables con nociones de confort y armonía o quien sabe tal vez no, porque simplemente no había sido pensada con esos fines. Lo cierto es que reconocer el sitio más adecuado donde colocar una ventana, una puerta o un mueble, conocer la mejor orientación y/o ventilación para una vivienda o aprender a dimensionar y distribuir los espacios resultan ser cualidades necesarias a la hora de proyectar los espacios que habitamos.
Los métodos autoconstructivos y de producciones alternativas dejan resultados maravillosos, pero en otras ocasiones, terminan generando arquitecturas de fantasía donde más que habitantes resultan haber visitantes. Más allá de eso, a fin de cuentas, siguen siendo arquitecturas dejando un legado que exhibe las huellas de un pasado, digno de admirar, con muchas enseñanzas y aprendizajes por extraer.
Referencias
- Christopher Alexander, El modo atemporal de construir.
- Myrna Leal, Campanópolis: La aldea que no necesitó de arquitectos.
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