La escasez de vivienda asequible es un tema que, cuando se combina con algunas problemáticas como la gentrificación o la turistificación, forma un cóctel bastante explosivo. ATRI (Agrupaciones Tácticas de Repoblación Inclusiva) es una estrategia que utiliza la vivienda pública o de coproducción público-comunitaria como instrumento de mejora urbana para defender de la gentrificación a los tejidos consolidados. Lo hace mediante la gestión conjunta y simultánea de una constelación de pequeñas promociones de ejecución más rápida, económica, justa y sostenible que la de los sistemas convencionales de vivienda pública.
A pesar de la aparente falta de suelo en la ciudad consolidada, existe una diversidad de espacios de oportunidad en los que caben constelaciones de promociones de pequeño y mediano tamaño. ATRI propone una densificación selectiva, atendiendo a los principios integrados de mejora urbana y mejora de las prestaciones ambientales que trascienden el ámbito del edificio. Para ello, define hasta seis tipos de intervención, de las que se destacan tres: la ampliación de equipamientos existentes mediante la calificación de vivienda dotacional, la ocupación permanente o temporal de espacios en desuso con edificaciones permanentes o reversibles y el aprovechamiento de la edificabilidad vacante en edificios de vivienda privada mediante convenios entre la comunidad y la administración o entidades del tercer sector.
La estrategia pretende ser una herramienta para la repoblación inclusiva de los barrios más sometidos a los impactos de la industria turística y el mercado inmobiliario más agresivo. En definitiva, la estrategia quiere complementar la producción convencional de vivienda pública con una vía que contribuya a garantizar simultáneamente el derecho a la vivienda y el derecho a la ciudad. La estrategia basa su relato sobre tres pilares.
- La vivienda como instrumento de mejora urbana.
La vivienda pública puede ser mucho más que un servicio asistencial y meramente reservado a la base de la pirámide social. Debe entenderse como un instrumento tan fundamental para el Estado del Bienestar como la sanidad pública, la educación pública o el transporte público. Al igual que estos mecanismos de democratización de oportunidades, cuando se extiende a las clases medias, la vivienda pública beneficia al conjunto de la sociedad porque favorece la cohesión, la mixtura y la movilidad entre estratos sociales. Pero, además de democratizar el tejido social, la vivienda pública puede recoser físicamente los tejidos urbanos deshilachados. Mediante las políticas residenciales, pueden obtenerse ciudades más mixtas y compactas.
Atendiendo a la compacidad, deberían densificarse los tejidos dispersos y democratizar la posibilidad de habitar los tejidos centrales. Atendiendo a la mixtura, hay que defender la función residencial de los «territorios hiperactivos» y la actividad económica de los «territorios hiperpasivos». Los primeros son lugares excesivamente terciarizados o turistificados, con abundantes puestos de trabajo de día pero escasos residentes de noche. Los segundos constituyen la ciudad-dormitorio de la que la «población activa» huye durante la jornada laboral, lo que produce un distanciamiento físico entre las tareas productivas y reproductivas.
- Redistribución de oportunidades económicas.
Los medios de producción necesarios para construir las grandes promociones seriadas del urbanismo moderno y contemporáneo sólo quedan al alcance de grandes empresas promotoras y constructoras que concentran mucha riqueza en pocas manos. Frente a este modelo, la estrategia ATRI propone un sistema constructivo más inclusivo, que redistribuye riqueza oportunidades entre los agentes que conforman el tejido productivo local y de base. Es un sistema de ensamblaje que permite, por un lado, poner en juego las capacidades de diversos actores profesionales y, por otro, de las propias personas usuarias.
Respecto a los primeros, la escala reducida de las promociones y el empleo de distintas operaciones de construcción en seco favorecen la participación de gremios, pequeñas y medianas empresas o profesionales y autónomos locales. Una vez las estructuras pre configuradas en taller se colocan en obra, ATRI plantea una segunda fase constructiva en la que las habilidades de estos agentes locales se despliegan para convertir la mera agregación de componentes prefabricados en un ensamblaje colaborativo y armonioso que da lugar a un edificio vivo e irrepetible.
Por su parte, la participación de los futuros usuarios en el proceso de construcción, que se inspira en los modelos DIY (do it yourself) y DIWO (do it with others), tiene múltiples ventajas. Por un lado, pone en valor las capacidades de una parte de la población que, a pesar de no disponer de recursos económicos, puede contribuir a la construcción con su tiempo y sus manos. Por otro lado, permite que los residentes participen en la toma de decisiones sobre la distribución de sus propias viviendas.
- Construcción consecuente con el medio ambiente.
El uso masivo de hormigón armado en la construcción de vivienda genera externalidades ecológicas muy negativas. En primer lugar, la producción de hormigón es un proceso que conlleva un alto consumo energético y una gran cantidad de emisiones con efecto invernadero. En segundo, el elevado peso del material supone que su transporte desde las centrales hormigoneras hasta la obra también tenga elevados costes ecológicos. Por último, la alta consistencia del hormigón ha demostrado ser excesiva para la vida útil de muchos edificios modernos, que han tenido que ser derribados mucho antes de lo esperado.
Frente a ello, ATRI responde concibiendo proyectos rápidos, eficientes y reversibles. Gracias a la prefabricación, puede responder allí donde se necesita en un tiempo adecuado a la situación de emergencia habitacional. Gracias a la ligereza de los elementos construidos, facilitada por una selección cuidadosa de técnicas y materiales, busca: el aprovechamiento de preexistencias, la eficiencia ecológica y la eficiencia económica. Y gracias a la construcción en seco promueve: la escalabilidad y adaptabilidad a lo largo de la vida del edificio, la posibilidad de intervenciones con carácter temporal y/o recombinable y el cierre de ciclos de materiales y la circularidad de los procesos de producción.
Desde estos enfoques se han realizado varios proyectos. Los edificios APROP Ciutat Vella y Habitatge Jove Caldes son ejemplos de dos maneras diversas de materializar esta estrategia. El primero pone el acento en la emergencia y la reversibilidad. El segundo ofrece nuevas aportaciones técnicas y pone el énfasis en la participación de la comunidad de usuarios potenciales. Ambos alcanzan cotas óptimas de reducción de consumos y emisiones gracias al empleo de materiales reutilizados y renovables y su eficiencia hídrica y energética. Además se pueden citar también los casos de proyectos como los de: la estación Fontana en el barrio de Gracia en Barcelona, el Gimnasio Social Sant Pau en el barrio del Raval de la misma ciudad y el proyecto piloto realizado en Castellón de la Plana, en Valencia.
ATRI es también el nombre del equipo multidisciplinar que se ha formado especialmente para el desarrollo de esta estrategia. Está compuesto por profesionales independientes como David Bravo o Alejandro Giménez y por integrantes de los colectivos Straddle3, Eulia Arkitektura, Societat Orgànica y La Hidra Cooperativa.