“Despacio” reta lo intuitivo en las ciudades, la vida y el clima. Desde Colombia, esta organización busca encontrar maneras para poder vivir la ciudad a una velocidad adecuada y así avanzar hacia un espacio urbano humano y sostenible; ayudando a la mitigación y adaptación urbana al cambio climático con acciones en la esfera pública y privada; y dando apoyo en la experiencia individual, familiar y laboral para todas las etapas de la vida.
“Vivo mi Calle” es una de sus iniciativas participativas -recientemente ganadora del Premio Ocupa del FIIU 2021- que fomenta el derecho a ciudades saludables creando espacios públicos y rutas seguras con la juventud. Consiste en una serie de intervenciones urbanas en la ciudad de Cali, realizadas en colaboración con niños y adolescentes de las zonas, con el propósito de convertirlas en espacio de encuentro, aprendizaje e integración barrial segura para niños y adolescentes.
En la siguiente entrevista con Natalia Lleras, directora del proyecto Vivo Mi Calle, abordaremos distintas aristas del trabajo que realizan, sus reconocimientos, sus motivaciones y las proyecciones a futuro de la iniciativa.
Fabián Dejtiar (FD): Entiendo que 'Despacio' busca desafiar lo intuitivo en las ciudades, la vida y el clima haciendo énfasis en una filosofía similar a la del movimiento Slow, que busca mejorar el bienestar de comunidades e individuos desde los aspectos más individuales y familiares. ¿Cuál es la inspiración detrás de esto? ¿Por qué accionan desde este lugar?
Natalia Lleras (NLL): La velocidad se ha convertido en un anhelo en nuestras ciudades, pero este anhelo tiene impactos negativos en nuestro bienestar (rápida urbanización, siniestros viales, contaminación, etc.). En Despacio promovemos una velocidad adecuada centrando todos nuestros proyectos en la mejora de la calidad de vida de las personas. Promovemos prácticas que retrasen el fin del mundo (clima) y promuevan ciudades amigables, sostenibles y saludables, además del bienestar individual, familiar y laboral en todas las etapas de la vida. Vivo Mi Calle es una iniciativa de Despacio que integra todas estas buenas prácticas, y que además cuenta con la participación activa de la juventud.
FD: A todo esto, felicitaciones por ganar el Premio Ocupa del FIIU 2021 con el Proyecto Vivo mi Calle. Conozco que este proyecto consiste en una serie de intervenciones urbanas en la ciudad de Cali, realizadas en colaboración con niños y adolescentes de las zonas intervenidas. Natalia, como directora de este proyecto, ¿Nos puedes contar más sobre el proceso de trabajo que estuvo por detrás? ¿podrías resumir algunas de las conclusiones principales de experiencia?
NLL: ¡Muchas gracias! Estamos muy felices de recibir este premio que también reconoce el trabajo y la dedicación de las niñas y niños del oriente al desarrollo del Aula Vivo Mi Calle.
Vivo Mi Calle busca mejorar la salud de adolescentes por medio de su participación activa en la regeneración y creación de espacios públicos y rutas fomentado su derecho a ciudades saludables. En 2019 trabajamos con la comunidad en el reto de transformar una frontera invisible en un espacio público al que llamamos el Puente de Colores, sin embargo, la pandemia por la Covid-19 qué inició en 2020 nos presentó un reto aún más grande, trabajar con la juventud en la regeneración de espacio público que promoviera la salud y abordara las dificultades que surgieron durante la pandemia en una época de confinamientos y restricciones.
De ahí nace el Aula, de un grupo de adolescentes que nos expresó su preocupación por la falta de internet y la falta de espacios al aire libre para continuar su educación de manera segura, y que identificó una reducción en sus niveles de actividad física y un aumento de estrés y ansiedad por los confinamientos y por el impacto económico de la pandemia en sus familias. El lugar seleccionado para abordar todas estas necesidades fue un espacio público abandonado, oscuro y utilizado por pandillas para reunirse, vender y almacenar sustancias psicoactivas y armas.
Para lograr esta transformación, hicimos talleres virtuales y encuestas digitales en campo a 256 niñas, niños y adolescentes entre 10 y 16 años quienes identificaron los riesgos que limitaban su acceso al lugar y pensaron en soluciones que resolvieran estas problemáticas y promovieran la salud de su comunidad. El resultado es un espacio público que beneficia a más de 13.000 personas, que cuenta con una zona de encuentro para fomentar el aprendizaje, una pista de baile para fomentar actividades físicas grupales, una huerta urbana que fomenta la cohesión social y un patio para actividades varias. El Aula Vivo Mi Calle es una muestra clara del potencial de la juventud, un grupo usualmente subestimado, en la construcción de entornos saludables que beneficien a toda la comunidad.
FD: Otros reconocimientos anteriormente han destacado este proyecto, siendo ganador de la plataforma Urban Housing Practitioners Hub como Práctica Inspiradora y Best in Show. ¿Qué les ha permitido todo esta difusión?
NLL: La verdad estamos muy felices con estos premios que reconocen el trabajo y el potencial de adolescentes en la construcción de entornos más saludables. Estos premios nos han permitido difundir la metodología, el proceso y resultados del proyecto en América Latina; Vivo Mi Calle está pensado para adaptarse al contexto entonces tiene un gran potencial de replicabilidad. Además, a principios de octubre viajamos con Laura Molina, una participante de 13 años de nuestra escuela de liderazgo, Juventud Vivo Mi Calle, a México a presentar el Aula Vivo Mi Calle en un evento con más de 13.000 participantes. Estas oportunidades robustecen el empoderamiento y abanderamiento de la juventud del proyecto, que además de estar capacitada en temas técnicos de ciudades, seguridad, salud, equidad y sostenibilidad, han fortalecido sus habilidades socioemocionales, digitales, de negociación, liderazgo y comunicación para empezar a ejercer una ciudadanía activa.
FD: En este sentido, ¿Cuáles son las proyecciones a futuro de la iniciativa? ¿Qué tienen en mente?
NLL: Después del Aula, empezamos a trabajar en dos nuevas intervenciones. La primera intervención es la Ruta Saludable en Palmira, una ciclorruta que cuenta con la participación activa de la juventud y que busca mejorar el bienestar social, mental y físico de la comunidad. La llamamos ruta saludable porque también pretende, además de promover la actividad física y la movilidad sostenible, promover la seguridad (personal y vial) y la equidad de género. Esperamos inaugurar la ruta para darle la bienvenida a la celebración de los primeros Juegos Panamericanos Junior a finales de noviembre.
La segunda intervención es en Cali, estamos trabajando con adolescentes del barrio El Vallado y del asentamiento informal el Valladito para transformar un lugar implementando soluciones que mitiguen los riesgos que limitan su acceso al espacio público, que aborden las necesidades de niñas y niños y que tengan como finalidad la mejora del bienestar de la juventud y la comunidad. Esperamos inaugurar esta intervención en los primeros meses del próximo año, antes de la finalización del proyecto en abril de 2022.
Vivo Mi Calle es una iniciativa que hace parte del programa Ciudades Saludables para Adolescentes (Healthy Cities for Adolescents) de Fondation Botnar. El programa, presente en cinco países a nivel mundial, está pensado para un periodo de tres años. Esperamos con ansias que los resultados de este proyecto impulsen la financiación de una segunda fase del proyecto en otras ciudades, en la que buscaríamos seguir promoviendo la participación activa de la juventud con miras al desarrollo de políticas públicas que involucren a la juventud en los procesos planificación urbana.
FD: Por último, ¿Cuáles crees son los próximos desafíos a abordar en Colombia sobre el tema?
NLL: La pandemia ha resaltado la importancia de contar con espacios públicos de calidad, sin embargo, aunque en nuestras ciudades contamos con algunos espacios públicos muchos de estos no son accesibles, pues la inseguridad personal, inseguridad vial, el acoso callejero y otros riesgos del entorno limitan nuestro el aprovechamiento de estos espacios. El gobierno tiene el reto de trabajar de cerca con la comunidad para definir los riesgos que enfrentan, entender cómo se pueden abordar según el contexto, e implementar medidas que aborden las necesidades de la comunidad para el espacio público; medidas que mejoren la salud de la comunidad. El Aula Vivo Mi Calle es un ejemplo del potencial de este tipo de proyectos, es un área de 965 m2 que ahora beneficia a más de 13.000 personas, que viven en las inmediaciones de la intervención, brindado un espacio que promueve la cohesión social, la actividad física, la recreación y el aprendizaje.
Por otra parte, el Aula resalta la importancia de involucrar a la juventud, usualmente subestimada, en procesos de planificación urbana. Además de tener derecho a participar en la construcción de una visión de ciudad por hacer parte de la ciudadanía, niños, niñas y adolescentes entre 10 y 15 años pudieron demostrar su creatividad y enfoque resolutivo al definir e implementar medidas que no solo les beneficiaran personalmente, sino a toda la comunidad.