La conservación de la biodiversidad ha ganado terreno en la discusión sobre el cambio climático, especialmente a raíz de las consecuencias que su pérdida podría tener en la salud humana. Un sinnúmero de especies se han visto amenazadas tanto por el crecimiento de las áreas urbanas como por la expansión de zonas agrícolas y de producción, estimando que alrededor de la mitad de la población animal está hoy destinada al consumo humano. Sin embargo, parecemos saber mucho más de las especies que se encuentran habitualmente en tierra firme. Para muchos de nosotros es difícil reconocer especies de aves y así aprender sobre su rol dentro de un ecosistema, mientras que nuestros cielos acogen a miles de especies de aves en migración cada año. La verdad es que el diseño urbano que pensamos para nuestra seguridad, nuestros autos y nuestra arquitectura puede ayudarlos a sobrevivir o, de lo contrario, empujarlas hacia la muerte.
El ciclo natural de la luz es de vital importancia para el bienestar de todos los organismos terrestres. La clave para comprenderlo está en lo que llamamos el ritmo circadiano, ciclo bajo el cual se regulan las funciones biológicas fundamentales para la supervivencia. Un cambio en la exposición constante a la luz puede cambiar los comportamientos de cada especie en distintos niveles, desde el periodo de descanso y alimentación hasta el ciclo de reproducción y su ruta de migración. Aun así, el estudio y diseño de la iluminación a escala urbana no es común en grandes ciudades, ni para humanos ni para animales. Las luminarias urbanas se ubican generalmente con la intención de mantener activa una ciudad 24/7, bajo parámetros de producción, economía y seguridad. Para un diseño acorde a las necesidades del siglo XXI, vale la pena considerar a otros seres vivos en nuestros proyectos a pequeña, mediana y gran escala.
El efecto de la luz artificial en las aves
Las aves migratorias que vuelan durante la noche se guían por la luz de la luna y las estrellas. La mayoría de ellas no son capaces de distinguir entre la iluminación natural y artificial, lo que las lleva a aproximarse a las ciudades siguiendo la luz instintivamente. Las muertes provocadas por exceso de luz pueden ocurrir en cualquier momento del año, pero son más comunes en épocas de migración (comúnmente en mayo y octubre). La presencia y resplandor permanente de la luz artificial a escala urbana (lo que llamamos contaminación lumínica) puede guiarlos hacia una percepción errónea de la estación, retrasando o anticipando la migración exponiéndose a condiciones climáticas riesgosas para volar, anidar o alimentarse. La desorientación del pájaro en sí es la principal causa de muertes. Volar sin descanso en torno a un punto de luz artificial les significa un gasto excesivo de energía, derivando en un agotamiento que los expone a otras amenazas en el entorno urbano (como vidrios y ventanas reflectantes).
¿Cómo diseñar ciudades más amigables con las aves?
Esa incomodidad cuando caminamos por entornos menos iluminados nos puede llevar a la idea -no siempre acertada- de que mientras más iluminada el área, mejor. Las luminarias se utilizan frecuentemente como instrumento político, para mostrar la acción de gobiernos locales a través de un proyecto urbano de fácil ejecución y resultados visibles. Los principales errores al renovar un proyecto de iluminación radican en considerar solamente la eficacia del consumo eléctrico al momento de elegir la luminaria, en no controlar eficazmente el tiempo en el que está encendida y en iluminar más de lo que se necesita en una zona en particular. Para abordarlo desde el diseño urbano, es necesario ocuparse de los siguientes factores:
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Considerar la fotometría de la luz. Al cambiar a un nuevo diseño de iluminación será necesario evaluar la calidad y cantidad de luz necesaria para las actividades que ahí se desarrollarán. La luz azul es la más dañina para las aves, y su temperatura no debería superar los 3000 Kelvin.
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Poner atención a las ópticas del producto escogido. Es importante dirigir la luz hacia espacios útiles, proyectando su dirección y posibles reflejos evitando ángulos de encandilamiento e iluminación perdida. Es aconsejable preferir alumbrado de vidrio plano, que evita que la luz se disperse hacia arriba.
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Planificar el tiempo en que la luz va a estar encendida pensando en la estacionalidad y la vida en el lugar. Esto puede contribuir a reducir el consumo de energía e incluso permitir optar a certificaciones para el desarrollo sustentable.
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A mayor escala, es necesario incorporar en la normativa la protección de la biodiversidad y definir áreas de protección especial. Si bien la idea de un masterplan para la iluminación data de los años ‘60, la implementación de estos conceptos requiere un compromiso gubernamental a largo plazo y capacitación. Se estima que la iluminación urbana constituye alrededor del 50% del total de las emisiones, por lo que esta es la medida más eficaz a largo plazo.
¿Cómo reducir la contaminación lumínica?
Simplemente ajustar el color de la luz no es una solución en sí misma. El principio a seguir debe estar dictado por la necesidad: la intensidad justa de luz cuando, donde y hacia donde se necesite. Considerando la diversidad de luminarias disponibles en el mercado, distintas organizaciones internacionales recomiendan lo siguiente para el diseño en menor escala:
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Eliminar toda iluminación exterior que apunte hacia el cielo o hacia el frente, reemplazandola por focos dirigidos en picada hacia el objeto que se quiera iluminar. Esto es especialmente relevante para instalaciones de publicidad, iluminación de fachadas y luces para señalización.
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Evitar el uso exterior masivo de luces blancas prefiriendo lámparas de vapor de sodio de baja o alta presión. La luz amarilla que caracteriza a esta segunda opción reduce la dispersión innecesaria de la luz, en algunos casos produce menor estímulo circadiano sobre la fauna que la luz de amplio espectro.
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Iluminar solamente donde sea necesario y prescindir de iluminación decorativa. En el caso de trabajos nocturnos, proyectar opciones alternativas de iluminación, especialmente en oficinas en pisos superiores. Si reducir la cantidad de luz interior no es posible, una alternativa es asegurar el uso de cortinas que bloqueen el resplandor hacia el exterior.
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Asimismo, es preferible instalar controles de iluminación sensibles al movimiento y elegir sistemas operativos que apaguen automáticamente las luces una vez que los espacios de ocupación transitoria (como vestíbulos y corredores) estén en desuso.
Como diseñadores, rara vez pensamos en la versión nocturna de nuestros proyectos. Al anochecer, otras especies ocupan los espacios que proyectamos, en su mayoría pensados para la vida diurna. Los insectos también son atraídos hacia la luz artificial, atracción fatal para una cadena de especies que dependen entre sí para asegurar su alimentación y la polinización. Si bien este problema está ganando terreno en la opinión pública y sectores de gobierno especialmente enfocados en políticas energéticas, se perciben pocas acciones concretas si consideramos lo fácil que es abordarlo: la contaminación lumínica desaparece instantáneamente al momento de apagar la luz.
Otras fuentes utilizadas para este artículo:
- Seminario de Iluminación Ciluz realizado el miércoles 13 de enero de 2021
- National Audubon Society
- International Dark Sky Association
- Illuminating Energy Society
- Manual para diseño amigable con las aves de la ciudad de Toronto
- Sustainable Development Code
- Política de gobierno de la ciudad de San Francisco