-
Arquitectos: TACO taller de arquitectura contextual
- Área: 75 m²
- Año: 2021
-
Fotografías:Leo Espinosa
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Pabellón Fundadores (Al Modar) es el resultado de una intervención arquitectónica a una construcción existente para transformarla en un espacio polifacético adaptado a un uso restaurantero. El objetivo fue lograr un lugar de encuentro casual, fresco y relajado en el que los usuarios pudieran vivir una experiencia sensorial a través del café, la comida, la naturaleza, el entorno construido y la interacción social. El edificio preexistente era una pequeña casa rural de 50m2 ubicada en una de las esquinas que contienen la plaza fundacional de Cholul, una comunidad de origen prehispánico perteneciente a la ciudad de Mérida, al sureste de México.
Ésta recibió una modificación 25 años atrás, en la que se perdieron la cubierta y los vanos originales. El proyecto actual planteó la demolición de las losas añadidas y la recuperación de la estructura original de los muros de mampostería de piedra, los cuales se reforzaron para sostener una bóveda de cañón corrido de concreto armado a doble altura sobre el acceso principal que amplía el área cubierta, al igual que una losa plana sobre el área de servicio que sostiene una terraza abierta en la parte superior, desde la cual se genera una nueva forma de apreciar la plaza pública.
En el traslape de las losas se genera un ventanal orientado al norte que evacúa el aire caliente, introduce luz y enmarca la visual hacia las copas de los árboles. Tanto la bóveda como los murales de la fachada, realizados a partir del raspado de capas de pintura que ha recibido durante su historia, hacen referencia a la bóveda y murales característicos de la Iglesia del Siglo XVI catalogada como Monumento Histórico que se encuentra enfrente. El 85% de las mesas se encuentran al aire libre por disposiciones sanitarias. Éstas se reparten entre el patio trasero y la terraza elevada. El espacio interior funciona con ventilación cruzada y lo conforman una pequeña área de comensales, la barra de servicio, los sanitarios y las áreas de almacenamiento y soporte.
La materialidad retoma la practicidad, la calidez y la sencillez que caracteriza a la arquitectura rural yucateca. Se conservaron y restauraron los estucos con pintura de los muros originales. El lecho inferior de la bóveda exhibe el concreto descimbrado de su estructura con una capa de la misma pintura color hueso del resto del edificio, mientras que en la parte exterior de la misma se aplicó un estuco bruñido con pigmento integrado en la misma tonalidad, aplicado también en los marcos de los vanos recuperados.
Los pisos interiores son de concreto blanco desbastado con juntas de ecocreto para liberar la humedad del suelo. En la terraza elevada y escalera se colocó piso de concreto martelinado anti-derrapante y el patio trasero se niveló con gravilla local transitable y permeable. De igual forma se utilizaron elementos de herrería con óxido encapsulado, acero inoxidable, celosía de concreto aparente, albarradas de piedra de la región, vidrios transparentes y serigrafiados en color amarillo. Se utilizó madera dura de cedro y tzalam regional para puertas y mesas (respectivamente) y las sillas se consideraron de plástico blanco. El paisajismo es una interpretación de la estética de los solares mayas que estimula los sentidos. La propuesta vegetal dignifica los árboles preexistentes y se consolida por medio de macetas de concreto, producidas en la localidad, con vegetación endémica, bancas corridas adosadas a las albarradas y un jardín acuático con fuente de recirculación.