Este artículo forma parte de una colaboración con el sitio web coolhuntermx, fue originalmente publicado con el título "La práctica decolonial en el diseño."
Si no has leído “Descolonización del diseño, por una práctica incluyente” por Ashby Solano; te recomiendo acudir primero al artículo para comenzar con una discusión que está tomando mayor resonancia –aunque no la suficiente– en diferentes núcleos del diseño. Pero, ¿cuál es el pensamiento decolonial en el diseño? ¿Podemos creer en la descolonización del diseño en México y América Latina cuando su profesionalización llegó bajo el dogma de un pensamiento eurocentrista? Es decir, nos enseñaron cuál es el diseño correcto, cuál es el buen diseño y el que debía profesionalizarse.
Pero antes no confundamos los términos de colonialismo y colonialidad, así como descolonización y decolonialidad. El primer par nos habla de lo que parecería ser, una eterna conquista. “Colonialismo se refiere al proceso de dominio político y militar que se despliegan para garantizar la explotación del trabajo y las riquezas” de una región y sus habitantes, en beneficio de otros. Pero la colonialidad es mucho más compleja y profunda, permanece vigente cuando el proceso de colonialismo ha concluido con la “independencia”. Pero se quedan el esquema de pensamiento; las jerarquizaciones y la cultura hasta nuestro presente; y por ende, una sola visión del futuro y la modernidad.
En más de una ocasión he escuchado en entrevistas a diseñadorxs industriales o de moda decir: “Queremos proponer una visión contemporánea de nuestro rico legado artesanal”; “A través de procesos artesanales producimos objetos utilitarios de estética contemporánea”. Porque nos encanta utilizar los términos de «utilitario» y «contemporáneo» para agregarle esas jerarquizaciones producto de este sometimiento cultural al que todavía estamos muy expuestos. Este pensamiento nos ayuda a comprender cómo se niega categóricamente a considerar en el mismo nivel a la artesanía y el diseño. Y una constante reticencia por denominarlo «diseño artesanal».
El teórico peruano Juan Acha lo desarrolla en Introducción a las teorías de los diseños donde explica las diferencias entre artesanía y diseño. El funcionalismo del diseño, su producción industrial y masiva, la teorización y la formación universitaria. El progreso. En cambio, las artesanías son aquello que apelan a la tradición, al empirismo y a una producción muy limitada. El pasado y la tradición desplazados por la modernidad. Directo al baúl de los recuerdos para ser olvidados en este sistema capitalista.
Esto también nos ayuda a comprender cómo es que se sigue replicando el modelo conquistador-conquistado. Diseñador-artesano que llega a evangelizar –por no decir explotar– en cómo deben hacerse las cosas. Una de las alternativas a este robusto aparato sistémico, es desvanecer las jerarquías. “Descolonizar como un proceso de superación del colonialismo”, no sólo con una independencia política, sino también cultural. Y la decolonialidad como “el proceso que busca trascender históricamente la colonialidad”. Es decir, una urgente labor en el presente para que nuestras estructuras de pensamiento y comportamiento como sociedad y como personas dejen atrás lo hegemónico.
Ejemplos de la práctica decolonial de diseño en México existen, aunque pocos, nos hablan de una latente necesidad por dejar de pensar desde individualismos; y comenzar a practicar una palabra clave en todo esto: «comunidad». Bien lo señala Arturo Escobar en su libro Autonomía y diseño: Toda creación es colectiva y relacional; involucra autores histórica y epistemológicamente situados (nunca ‘individuos’, siempre personas en redes de relaciones).
En la investigación de Diana Albarrán: Rumbo a un diseño centrado en el Buen Vivir: Memorias visuales de la exploración del Lekil Kuxlejal para descolonizar el diseño artesanal textil en México; la diseñadora se acercó al colectivo Malacate Taller Experimental Textil, un grupo de mujeres mayas tsotsiles y tseltales en Los Altos de Chiapas. El proyecto consistió en un espacio de aprendizaje de manera horizontal a través de dos talleres de co-diseño centrados en la exploración sensorial-afectiva del lekil kuxlejal (vida digna y justa), la filosofía de vida de los mayas.
En muchos contextos se trata de llevar a diseñadores a capacitar artesanas cuando debemos darle la vuelta a eso. Nosotros tenemos que ir a capacitarnos de otras maneras de diseñar también. Cuando estás trabajando con las comunidades te das cuenta que sus conocimientos son valiosos y deberíamos aprender a diseñar con esa visión, que andar reproduciendo modelos eurocentristas.
¿Cuántas veces es necesario repetirnos que otras maneras de diseñar son posibles? Otras iniciativas y colectivos en nuestro país también nos recalcan la importancia del diseño en colectividad. Co-diseñar, enfatizaba Montserrat Salazar ahora directora ejecutiva en The Hunger Project y socia fundadora de Telar Social.
Diseñar juntas y juntos de manera horizontal y replanteando las categorías de «profesionalización». Con ello, cuestionar cuáles son los acercamientos de la antropología y la etnografía para el diseño. ¿Desarticular y cuestionar las metodologías? ¿Desde qué enfoque? Esto también nos invita a reflexionar Linda Tuhiwai en su libro A descolonizar las metodologías. Donde comienza a preguntarse qué implicaciones occidentales tiene el concepto de «investigación» ¿Con qué fines se han investigado a los pueblos indigenas? ¿Desde dónde nos acercamos a nuestro «objeto de estudio» o «usuario»? ¿Qué otras posturas hegemónicas debemos comenzar a subvertir para que haya cada vez más planteamientos de diseño por y para las personas?