En la introducción del libro “La casa es una idea”, los arquitectos Llosa y Cortegana nos presentan su credo profesional, ayudándose de varias citas de notables escritores de la arquitectura y la cultura. El tono de este artículo introductorio es el que nos acompaña luego en los breves textos que complementan la presentación gráfica de 40 casas que el estudio ha proyectado desde el 2002 al 2017, todas ellas dibujadas especialmente para la publicación por José Luis Villanueva, el tercer autor del libro, quién previamente ha explicado su labor analítica a partir de lo gráfico y tridimensional.
Estos dibujos prestan un gran valor al libro ya que lo convierten en una suerte de hipertexto poco común. Como menciona Villanueva, el libro es un proyecto en sí mismo. Yo diría que es más que un proyecto porque lo trasciende, es decir, va a lo esencial de la arquitectura dejando de lado los datos específicos. En definitiva, es la explicación de una idea de arquitectura a través de 40 casas. De ellas no se sabe el nombre ni su ubicación exacta y algunas veces hay que hacer un esfuerzo para imaginárselas en su contexto. Los impecables dibujos abstractos de los emplazamientos, las plantas, los cortes y las axonometrías completas y fragmentadas enfatizan la forma propia de tratar el espacio como vacío, el objeto central del trabajo de esta oficina limeña: “El vacío es protagónico, su impronta en el trazo nos permite rodear el espacio programático”, dirán los propios arquitectos sobre una de sus obras.
Esta idea de arquitectura, que es una sola detrás de los proyectos, se va entendiendo mejor mientras se revisa el libro, no importa el orden en el que se haga. Si bien es cierto que se percibe una evolución, la idea está presente de manera más o menos brillante en todos los proyectos y por eso suponemos que aparecen en sus breves textos complementarios unos mismos términos que expresan unos mismos conceptos. Son nueve los términos que percibimos más importantes o interesantes porque nos perfilan los aspectos de la idea que estos arquitectos tienen de la arquitectura, y de su domesticidad, lo que les hace reflexionar desde su condición de peruanos que habitan la costa y viven en Lima. Uno de ellos es lo familiar, la arquitectura de Llosa Cortegana está centrada en la persona y sus relaciones, cuyo primer círculo se da en la propia familia. Son relaciones dinámicas, propias de una comunidad de vida como es la familia, que se intentan traducir en la constitución de los espacios según su tipo creando relaciones entre ellos. Otro aspecto es lo prehispánico, presente de manera real en algunos de sus proyectos, pero que vemos como aspecto reiterado en todos los demás por el modo de confrontar la topografía y las cualidades secuenciales del espacio. El tercer aspecto es el paisaje, siempre ligado a los otros aspectos – la idea es una sola- que resulta crucial porque la vida familiar como la personal no debe estar desligada del entorno, del lugar, como no lo debe estar la arquitectura.
Una segunda serie de aspectos es un tanto más concreta porque tiene que ver con el tratamiento de ciertos espacios que se convierten en catalizadores de la vida familiar, la rememoración de la espacialidad prehispánica y la relación con el paisaje. Se trata de la escalera, el patio y el diafragma; son los elementos omnipresentes en la historia de la arquitectura que también en la contemporaneidad de la producción arquitectónica de Llosa Cortegana resultan ser los que dan sentido al espacio en el papel de configuradores del vacío. Dice Markus Breitschmid en el manifiesto que escribe siguiendo una idea de Valerio Olgiati, que en la arquitectura no referencial, que es la necesaria en el mundo contemporáneo, los edificios deben ser productores de sentido, es decir, responder a la pregunta sobre el porqué de las características espaciales trascendiendo su objeto funcional o técnico. En el caso de la idea que expresan las 40 casas que se publican en el libro, la escalera no es solo un medio para subir o el patio para iluminar y ventilar, como el diafragma para contener el espacio y protegerlo; la manera en que se diseña cada escalera, cada patio y cada diafragma se entiende como un elemento que presta a la experiencia del espacio un carácter único e irrepetible, dándole sentido.
Los últimos tres elementos de la idea que vislumbramos en estas obras también han estado presentes en la arquitectura más emblemática de los últimos tiempos, como producto de un conocimiento profundo de la cultura que rodea todo proyecto y en la cual se inserta. Se trata de la memoria, el imaginario y el umbral, los cuales vienen atravesando la idea madre que inventa y sustenta la arquitectura de las casas de Llosa Cortegana. En efecto, se reitera en los textos del libro la memoria del lugar, que en algunos casos se evidencia, pero también captamos una memoria de la historia que en esos espacios se dan en el presente, creando un escenario de vida para el futuro. También está el imaginario, las innumerables conversaciones que en estos proyectos domésticos se tienen con sus protagonistas durante el proceso proyectual parecen recrearse en algunas decisiones proyectuales que son solo validables en la experiencia real del espacio. Finalmente, y este es mi tema favorito, la idea del umbral aparece como una preocupación constante y forja de muchos modos la idea de espacio que en estos proyectos se desarrolla. Se trata del espacio intermedio, del ingreso, de la relación con la calle, de la relación con el mar, con el jardín, con el campo, con la arena; así como de las relaciones internas que se dan en torno a esos espacios intermedios interiores que producen el sentido que siempre ha marcado la buena arquitectura. En efecto, parece que los espacios intermedios son los puntos clave de la buena arquitectura y muchos arquitectos lo están olvidando.
Bibliografía
Cortegana, Rodolfo, Llosa, Patricia y Villanueva, José Luis (2019). La casa es una idea. Arquine. México D.F.
Breitschmid, Markus y Olgiati, Valerio (2019). Architettura Non-referenziale. Park books. Zurich.
