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Arquitectos: Ezequiel Spinelli, Facundo S. López
- Área: 62 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Luis Barandiarán
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Una pareja joven originaria de Neuquén, en la Patagonia Argentina, actualmente vive en la ciudad de Buenos Aires y desea alejarse del centro. Decide construir una pequeña casa cerca de la ciudad de La Plata, en un barrio tranquilo que quizás les recuerde algunas calles de tierra de su provincia. Tienen algunos ahorros y un terreno para construir futuros recuerdos.
Durante las primeras reuniones, conversamos sobre las posibilidades materiales para construirla, y plantean el barro crudo. Imaginan quizás una casa de adobe, pero el lugar es demasiado lluvioso. Les proponemos cocinar el barro y diseñamos una casa en ladrillo cocido. Muros, pisos y techos serán cerámicos. Pintamos de blanco los paramentos para definir los planos verticales y aclarar algo el espacio. Aunque no demasiado. Una bóveda gobierna el carácter doméstico, construida con el esfuerzo de un grupo de albañiles mediante cimbras de madera terciada y tablillas de eucalipto, explorando a medida que se avanza.
El ladrillo, omnipresente, recuerda en sus texturas y en la memoria del fuego utilizado para cocinarlos, a los hornos-talud de Neuquén, que también los usuarios de esta casa seguramente tienen adheridos a la memoria.
La casa se vuelca hacia un patio lateral, una extensión de la casa, un espacio tan importante como los otros. Es el escenario de la vida al exterior, es la galería en el rancho, el jardín en la chacra, el patio de la casa urbana. Unas celosías metálicas reinterpretan las de antiguas casas-chorizo, dando hacia el interior una luz tamizada, que se superpone a la textura geométrica del ladrillo.
Algunas veces hablamos del fuego, ellos recuerdan la infancia en el Sur argentino (o quizás lo inventamos nosotros). El ritual del asado nos sugiere por un lado una parrilla, casi un accidente crecido en el muro, colgando, y un fogón en el piso del patio, para devolverles aquí esas memorias de allá. Esos fuegos, además, serán el calor y la luz de muchas peñas por venir, en las que tocarán la guitarra y cantarán en las noches templadas, mientras avivarán las brasas del asado.